Ante todo debate, Tigres replicará con una realidad: que no sólo tiene mejor equipo, más plantel y mayor experiencia, sino que últimamente juega mucho mejor que su rival, el Guadalajara.

 

Mientras que el cuadro felino se ha metido a la final bajo la vía del más inobjetable nocaut (cuatro victorias, apenas un gol recibido, la sensación de que en ningún instante de la liguilla ha sufrido), las Chivas lo han conseguido bajo la vía de la resistencia, de la supervivencia, del también meritorio estoicismo, que es fe y convicción.

 
Dicho lo anterior, una serie de precisiones rumbo a la serie que arranca este jueves en el Volcán: primero, que no porque Tigres gaste más que nadie en el futbol mexicano (y acaso gaste mejor que nadie), el Rebaño gasta poco; futbolistas como Alan Pulido, Rodolfo Pizarro, Isaac Brizuela, Gallito Vázquez, resultaron en especial costosos, precio que esta institución ha de pagar al tener un rango de fichajes exponencialmente más limitado: no sólo son pocos los mexicanos de altísimo nivel que aún no se marchan a Europa, sino que sus respectivos propietarios juegan con la urgencia del Chiverío para sonsacarle más millones; segundo, que se equivoca quien etiquete a Tigres como un cuadro en exclusiva de extranjeros: ahí están varios elementos nacionales que mejorarían a los rojiblancos como Javier Aquino, Jesús Dueñas, Jürgen Damm o Hugo Ayala.

 
Dicho lo anterior, podemos meternos a ese viejo juego de palabras que en este caso funciona sólo de manera parcial: aquello de cartera contra cantera, porque cartera han expuesto los dos (sí, mucho, muchísimo más Tigres), aunque lo de cantera va casi nada más del lado del Guadalajara, que al fin logra arropar a sus jóvenes promesas con talentos formados en otros sitios.

 

 
Para efectuar daño a Tigres y optar al título, a Chivas no le alcanzará con la fórmula que bastó en las dos rondas anteriores que fue corazón, sudor y concentración. Será necesario eso, por supuesto, pero además algo de la dinámica (en especial dañina para el cuadro dirigido por Tuca), de la claridad, de la conexión que vimos un par de meses atrás, durante el torneo regular.

 
Con poco futbol y menos gol se llega hasta la final; sin él, es difícil ganarla. Las ausencias volverán a ser demasiadas y muy relevantes; quienes ingresen a parchar esas bajas, tendrán que ofrecer los partidos de su vida.

 
Difícil el equilibrio mental para el Guadalajara: saberse grande y más apoyado que nadie, aunque a la vez asumirse víctima; saber que ya ha sido una gran actuación meterse hasta ese partido, mas tener claro que eso de nada sirve y que la meta sólo estará completa si se consuma la vuelta olímpica.

 
Sin importar lo que suceda en esos 180 minutos, nadie dudará que Tigres tiene más plantel; lo que Chivas no puede permitirse es que al cabo de esos dos cotejos, también se concluya, como ahora, que Tigres juega mejor.

 
Twitter/albertolati

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