Soberbia ejecución, con elegante y depurada técnica, fue la que ofreció anoche el violinista alemán David Garrett (1980) en su debut en la Sala Principal del Palacio de Bellas Artes, en el primero de cinco conciertos programados en esta capital.

 

Considerado uno de los intérpretes de música clásica más virtuosos e importantes en el mundo, el atractivo músico y modelo encantó a la audiencia por espacio de dos horas que duró el embeleso en el que envolvió el palacio de mármol.

 

Minutos después de escuchar la voz en off en el interior del teatro que pedía apagar celulares, apareció sobre el escenario el joven de 36 años, arropado en aplausos y ataviado como un “rock star“: botines negros, pantalón de mezclilla negro, camiseta blanca con estampados negros, saco también en negro y su corta pero brillante cabellera.

 

Contento, tomó el micrófono para expresar su felicidad de tocar en ese recinto capitalino para el cual preparó un porograma integrado por 13 piezas de 12 diferentes compositores.

 

“Buenas noches, me siento emocionado esta noche, con este programa especial, una serie de ‘sountracks’ de mi vida, me alegra estar de regreso”, fueron las palabras del músico, quien segundos después hizo sonar su violín Stradivarius “A Busch”,  de 1716.

 

Tras su regreso a México, luego de dos años de ausencia, Garret arrancó su recital con “Sonata para violín y piano en La mayor”, de César Franck (1822-1890), divida en cuatro movimientos, con los que atrapó a la audiencia.

 

Enseguida hizo gala de finura y delicadeza con “Leyenda en Sol menor Op. 17”, de Henry Wieniawski (1835-1908), llevándose los aplausos.

 

Siempre amable con su público e introduciéndolos a cada una de las obras que presentaba, el músico estuvo acompañado al piano por Julien Quentín, con quien hizo buena mancuerna durante la velada.

 

Para la segunda mitad, el alemán hizo gala nuevamente de su romanticismo, su finura y delicadeza, así como de su velocidad, al tocar “El vuelo del abejorro”, de Rimski-Korsakov, una obra con la que dejó claro por qué ostenta el record Guinnes del violinista más ráido del mundo, desde 2008.

 

“Melodía en Mi bemol mayor”, de Piotr Ilich Chaikovski, fue otra de las piezas que encantaron a los asistentes, pues Garrett le puso mucho corazón y sentimiento al momento de su ejecución, al igual que “La Ronde des Lutins” (la ronda de los duendes), de Anonio Bazzini, con la que los presentes lo arroparon en aplausos.

 

Pablo de Sarasate, Antonin Dvorak, Sergei Prokofiev, Fritz Kreisler, Vittorino Monti, Edward Elgar, fueron otros de los compositores que Garrett hizo sonar, propiciando una gran respuesta del público, que en medio de aplausos y gritos retribuyó al ejecutante.

 

Al final de su concierto, ambos músicos recibieron sendos ramos de flores en agradecimiento por su derroche de talento.

 

El alemán agradeció los aplausos de un público que salió encantando ante la sublime ejecución musical que presenció. Garrett repetirá su presentación en el recinto los días 8, 10, 11 y 13 de febrero.

 

jram