Desde las nueve de la mañana de ayer, miles de cubanos desfilaron en silencio por la Plaza de la Revolución, la tribuna que más amó el dictador Fidel Castro, para rendir honores al histórico líder de la isla, cuyas cenizas no han sido exhibidas.

 

Antes de que la fila comenzara a avanzar, 21 salvas de cañón abrieron la semana de homenajes que terminará el próximo domingo, cuando las cenizas del líder histórico sean inhumadas en el cementerio de Santa Ifigenia en Santiago, la segunda ciudad más grande del país.

 

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En el altar donde se exhibe un retrato de un Fidel de barba negra, erguido, con morral de guerrillero así como un expositor con las principales condecoraciones que recibió Castro en vida, el gobierno cubano decidió no exhibir sus cenizas, a contramarcha de lo anunciado en un primer momento.

 

La mayoría de la gente de a pie se ha mantenido en casa y lejos de unas calles silenciadas por la prohibición de música o celebraciones durante los nueve días oficiales de luto por Castro. Algunos, especialmente los más jóvenes, apenas registraron la muerte de Castro.

 

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La capital cubana, al mismo tiempo, se prepara para recibir a los mandatarios y personalidades que acudirán hoy al acto multitudinario de despedida.