Los signos que indicaban que el Barcelona no andaba fino irrumpieron hoy en la ida de los octavos de final de la Champions League contra el París Saint-Germain, que los vapuleó 4-0 y les condenó a una remontada épica en el Camp Nou para poder jugar sus décimos cuartos de final consecutivos.

 

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Foto: Reuters

 

 

Sin ritmo, sin personalidad, sin recursos, sin la aparición de sus estrellas, el equipo español fue intrascendente ante un pletórico PSG, muy superior en cada línea, sustentado en un enorme Matuidi en el centro del campo y con un Ángel Di María que se marchó con un doblete completado por un tanto del alemán Julian Draxler y otro del uruguayo Edinson Cavani.

 

 

Por vez primera el Barça no le marcó un tanto al PSG, que se había convertido en su rival favorito en Europa de las últimas temporadas.

 

 

Fue un triunfo sin contemplaciones, con una enorme superioridad de los locales, que anestesiaron a la MSN, durmieron a Leo Messi y convirtieron al catalán en un equipo inferior, incapaz de inquietar a un muy inspirado guardameta –por si fuera poco- Kevin Trapp.

 

 

Al cierre del encuentro, el cumpleañero Cavani marcó a su estilo, con potencia y velocidad, más astuto y ágil que Piqué, y corrió alegre a celebrarlo donde estaba su mujer. Fue en el día de los enamorados y la felicidad inundó a los franceses, contrastante con el corazón partido con el que se marcharon los blaugranas.