Nos han enseñado que la Cristiada fue una guerra que nadie ganó. Cierto que no hay guerra en la que no pierdan todos, aunque ganen, reconoce Carlos Pascual; pero esta guerra sí tuvo un claro vencedor y un claro perdedor: pierde la Iglesia católica y triunfa el Estado laico.

 

Pero 90 años son muchos: hay muchas cosas nuevas –apenas en 2009 se abrieron archivos del Vaticano relacionados con la Guerra Cristera– y otras se han ido deformando, apunta el autor de Memorial de cruces. Libro de las revelaciones de la Guerra Cristera.

 

Es tiempo –considera Pascual-– de rescatar ese pasaje de la historia “escondido, como la basura, debajo del tapete” y de “desempolvar” a personajes como Emilio Portes Gil, que “cierra el conflicto y pone en orden a la Iglesia”.

 

Para entrar en materia arrancamos con la firma del final del conflicto –21 de junio de 1929, en Palacio Nacional–, pasaje rescatado por el también autor de La regenta, de las memorias de Portes Gil, Autobiografía de la Revolución Mexicana:

 

Señor Presidente… -inicia la reunión el arzobispo (Leopoldo) Ruiz y Flores-. Como nuncio apostólico…

 

-“Nuncio apostólico” es un término inaceptable para esta República, señor arzobispo, toda vez que no mantenemos relaciones diplomáticas con el Vaticano –lo ataja Emilio (Portes Gil) de golpe y porrazo. “Delegado apostólico” me parece correcto.

 

-Bien, pues…, como “delegado apostólico” me sirvo presentar a su excelencia las cláusulas de los arreglos que hemos juzgado pertinentes, según también la amable guía del excelentísimo señor embajador (Dwight) Morrow.

 

-(…) sólo para ser muy claros, caballeros, ¿a qué se refieren ustedes, específicamente, cuando hablan de una “solución pacífica y laica”? ¿No creen que es la única manera en que se puede actuar dentro de un Estado laico?

 

-Eh…, ¡sí, naturalmente! –se apresura don Pascual Díaz. A eso se refiere, precisamente, la dicha cláusula. A que la paz puede y debe encontrarse en las leyes mexicanas.

 

-Ajá… ¿Y la “amnistía completa para obispos, sacerdotes y fieles”?

 

Los obispos no la tienen fácil.

 

-Ésta se solicita solamente para aquellos sacerdotes que renuncien a la lucha armada.

 

-¿Y la “restitución de los bienes”? Saben que esto es imposible…

 

 Don Leopoldo traga saliva.

 

-Bueno, su excelencia, se trata de restituir la… posibilidad de utilizar los bienes…

 

-Los bienes que el Gobierno les ha dado en comodato desde hace setenta años- lo fulmina Emilio.

 

Morrow trata de salvar la situación.

 

-Señor Presidente… me parece que los señores obispos han redactado, de manera… eh… rebuscada… lo que usted dice de un modo mucho más simple.

 

Los obispos contienen la respiración. (Portes Gil) declara:

 

-Señores, es mi convicción que la legislación vigente sobre cultos debe permanecer tal y como está. Acepto estas cláusulas, pues, y les refrendo lo dicho desde hace siete meses que asumí la Presidencia: que el clero mexicano puede regresar a los templos cuando lo desee, que al fin fueron ustedes los que los abandonaron, siempre y cuando se sometan a la Constitución y al imperio de sus leyes.

 

GEMAS: obsequio del arzobispo de Durango, José María González (1930): “Todo lo que se hizo fue tan deplorable, que es mejor que la historia de estos sucesos se escriba dentro de cincuenta años, cuando no exista ninguno de nosotros”.