En México, frecuentemente, los eventos trágicos destapan cloacas administrativas y dejan escapar la pestilencia del sistema. Conocidos son los casos de corrupción que salieron a la superficie después del 19-S y que cobraron la vida de decenas de personas, mientras que otras tantas perdieron su patrimonio. Duele que una tragedia de tal magnitud fuera necesaria para evidenciar algo que, quienes vivimos en la Ciudad de México, podemos reconocer a simple vista.

 

La voracidad con la que los desarrolladores inmobiliarios se “han comido” a la capital del país y la “flexibilidad” de las autoridades encargadas de dar los permisos -tanto del Gobierno capitalino como de las propias delegaciones- han provocado que exista una oferta residencial que no cumple a cabalidad con las exigencias de seguridad física y patrimonial de los dueños o arrendatarios. Y no se trata necesariamente de un edificio que soporte o no un movimiento telúrico, sino de contar con los servicios básicos, los accesos adecuados y las condiciones de Protección Civil necesarias para enfrentar una emergencia.

 

Claramente, el desarrollo urbano en la zona metropolitana de la capital del país se ha quedado como un simple concepto. No hay. No existe. Durante décadas, la ciudad creció cobijada en la centralización, y sin orden alguno. Hoy parece demasiado tarde. Las vialidades colapsan, el drenaje es insuficiente, el abasto de agua está en entredicho y los riesgos sanitarios están presentes. A pesar de esto encontramos, en múltiples zonas, enormes torres de departamentos en construcción. ¿Cuándo dejará de crecer el monstruo?

 

Lo cierto es que sólo la autoridad puede poner alto. Parece que pido demasiado, pero hay que recordar que de nada sirven las leyes si no se cumplen. De nada sirve la estricta regulación en materia de construcción que rige la Ciudad de México si se otorgan, a diestra y siniestra, “permisos extraordinarios” que responden a pago de favores, compadrazgos o corruptelas. Lo más grave es que, cuando hablamos de corrupción en el sector de la vivienda, las consecuencias pueden costar vidas.

 

 

¿El retorno de Monreal?

El 17 de septiembre adelantamos, en esta misma columna, que la cúpula priista veía en la decisión de Morena sobre su candidatura a la Jefatura de Gobierno una oportunidad de oro. En una charla informal, el presidente del partido, Enrique Ochoa Reza, admitió que habían tenido contacto con Ricardo Monreal, cuyo orgullo había resultado herido al no ser el abanderado del partido que encabeza AMLO. Hoy, el nuevo presidente del PRI capitalino, Eruviel Ávila -cuyo nombramiento no deja de sorprender- levanta la voz para decir que “conoce a Monreal y le hará una invitación formal con ánimo incluyente”.

 

No se sabe si la nueva chamba del ex gobernador mexiquense fue premio o castigo. Lo cierto es que no es noticia que el tricolor está “muerto” en la Ciudad de México desde hace décadas. La única forma de competir por la capital del país es contar con una fórmula de dos personajes de alto arrastre político. Habrá que ver si, lo que adelantábamos hace algunas semanas, se concreta.

 

 

 

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