Llega ese momento en la vida en el que puedes ser bueno o volverte un desgraciado. Yo estaba a punto de caer en el lado obscuro porque vi a los saqueadores felices en todos los lugares, dándole vuelo a la hilacha, sin miedo, sonrientes, creativos –hasta parecían patrocinados y con permiso- que me dije: “¡Súmate a la diversión! Vamos por el refrigerador y una pantalla plana”.

 

Pero no. Aparte de que el refri pesa mucho para andar huyendo con él a cuestas, miré para el otro lado y encontré buenas personas dispuestas a sacar lo mejor en tiempos del gasolinazo. Yo sé que los lectores estarán pensando: “¿cuáles? ¿En otro planeta?”. No, aquí, en las mismas calles: ¡nunca había visto tantos ciclistas y gorditos por la ciudad! En lugar de aprovechar el momento para convertirse en mega delincuentes, decidieron hacer ejercicio para empezar el año. Muy bien muchachos, no hay que dejarse enganchar por tanta mala vibra.

 

¿Han visto como se ha llenado la ciudad de optimistas en dos ruedas?

 

Debo decir que repruebo totalmente los 100 aumentos de gasolina que vienen, pero estoy súper a favor del programa Muévete en Bici. Además, sepan que soy una veterana. Desde que hace cuatro años el ex querido doctor Miguel Ángel Mancera propuso el rollo de los traslados en bici, me sumé sin pensar. Primero, por mitotera, y luego porque él mismo puso el ejemplo y lo veías llegar a su oficina todos los días en dos ruedas y shorts.

 

Claro, pero como ahorita no está el horno para bollos, a la par estoy haciendo un pequeño curso de ensamblaje y armado de bicicletas, para cuidarme de los ladrones.

 

Es que los expertos en seguridad del gobierno capitalino recomiendan que al estacionar la bici, mejor le pongas dos cadenas para atarla a un poste, te lleves las ruedas, le quites el odómetro, las luces, la bomba de aire, los pedales y el ánfora. O sea, que sólo dejes el tubo. Pero yo prefiero cargar también con él por si tengo que forcejear con el asaltante.

 

En uno de los paseos, me regalaron un folleto que enumera las ventajas de trasladarte en bici y pone que “es el transporte más democrático, te ahorra dinero en estacionamientos y gasolina (jajajaja), beneficia tu salud, no contamina, disminuye la congestión vial y te convierte en un ciudadano más incluyente y más humano (más jajaja)”. No sé a ustedes, pero éste último punto me pareció precioso.

 

Lo que no explica el librito es si la ruta ciclista en la Ciudad de México la diseñó un genio en materia de convivencia o un verdadero psicópata. Se le ocurrió poner juntos en el mismo carril a todos. ¡Órale, no dejen de pedalear y que Dios los bendiga!

 

Yo digo que la manera en que conviven las bicis y los automóviles aquí es impactante y difícil de creer. Es lo más fuerte que se ha registrado en la historia del mundo de las bicicletas desde que Lance Armstrong se dopó. Lo único que me pone nerviosa es el ciclismo nudista. ¿Qué quieres que te diga? Es muy peligroso. O te cuidas de estirar la celulitis o de que no te aplaste un camión.