Acabo de recibir la invitación para el primer gran evento de 2017: “la manifestación Anti-Peña Nieto” (disculpe, Mr. President, no es nada personal). No he decidido si asistiré o no, pero me gustó que me invitaran porque es una señal de que mi presencia les parece importante y eso siempre eleva la autoestima. Y, según los expertos, este año debemos estar muy fuertes anímicamente para lo que se avecina.

 

¿Ustedes ya la recibieron? Bueno, en realidad no tenía mi nombre, pero la mandó un amigo muy cercano por WhatsApp y decía: “A toda la población en general –eso me incluye– se le convoca a una gran manifestación nacional el próximo sábado 7 de enero, a partir de las 10 de la mañana, en la Ciudad de México, en las capitales de todos los estados y en todas las ciudades y poblaciones de nuestro querido México. Por las promesas incumplidas y el gasolinazo. Es en la principal Plaza de cada ciudad, ¡no faltes!”.

 

Es que con el nuevo aumento de la gasolina, mucha gente ha empezado el año caminando o en bicicleta. Dos de cada 10 automovilistas, según las primeras encuestas. Yo lo que digo es que la fecha que escogieron fue la peor, porque apenas estábamos haciendo la lista de propósitos y repartiendo abrazos de felicidad. Ahora cada vez que alguien me desea un próspero año nuevo les contesto: “Muchas gracias… ¿me regalas un vale? ¿Tienes petróleo? ¿Me cambias un galón por un riñón?”.

 

Volviendo al gran evento, no me quedó muy claro el sitio de reunión. Pero me sonó al Zócalo. Y debo confesar que voy por mi cuarta o quinta caminata. ¡Qué emoción!

 

Las causas han sido diversas: ya marché dos veces contra la inseguridad, luego con los taurinos de la Plaza México en contra de la Delegación Benito Juárez y otra con las familias homoparentales (aunque en realidad fue un gay parade), además de dos sentidas peregrinaciones a la Basílica.

 

Hace cuatro años, cuando fue la primera gran marcha contra la inseguridad, invité a mi hijo porque pensé que tendríamos una experiencia inolvidable juntos. Pero Alex no quiso asistir ¡por miedo a la inseguridad! Dijo: “No, Má, seguro llegan los policías, se arman los trancazos y terminamos todos llenos de sangre. Me da miedo…”

 

No les he dicho que la invitación principal al mitin tiene una pequeña sub-invitación anexa con una opción para las personas que no quieran participar en la bonita marcha. Se trata de un acto silencioso de protesta que consiste en no cargar gasolina toda esta semana. Me puse a hacer cuentas y calculé que con la cantidad de gente que está dejando de comprar combustible, la industria energética sufriría un duro golpe. Pero descubrí que, en realidad, nadie ha dejado de ir a las gasolineras: van a escondidas y dicen que sí están participando en la revuelta. No muchachos, así no se puede.

 

¿Qué haremos, qué haremos? Debe de haber una mejor manera de armar una revolución ciudadana pacífica. No me pregunten en este minuto cuál, porque no sé. Pero a veces te tienes que mover antes de que la vida te mueva.