Qué ganas de estar en los funerales de Fidel Castro. No sé, siento que serán fantásticos. Aunque en realidad también me moría por ir a la Feria Internacional del Libro de Guadalajara para ver si me encontraba a Vargas Llosa y preguntarle por su próxima boda con Isabel Preysler.

 

 

Básicamente, eso me intriga del escritor peruano.

 

No acudiré de cuerpo presente a la FIL, pero estaré en espíritu… y ¡en papel!, porque coordiné un nuevo libro y ya está ahí. Se llama Juan Gabriel: un amor eterno y recopila testimonios de 28 personajes que tuvieron que ver con el Divo de Juárez, pónganle Verónica Castro, Paquita la del Barrio, Gustavo Dudamel, Elena Poniatowska, Marco Antonio Muñiz, Natalia Lafourcade o Montserrat Oliver. O lo que es lo mismo, la vida de Juan Gabriel en la voz de sus amigos.

 

Así que si usted, querido público, se lo encuentra por ahí, abrácelo –o mejor ¡cómprelo!- porque será un libro huérfano de madre, llámele autora.

 

Fue muy interesante hacerlo porque me enteré de cosas inéditas y descubrí otras versiones sobre asuntos que creía conocer del ídolo.

 

Para empezar, diré que para los más cercanos no fue sorpresiva la muerte de Alberto Aguilera porque sabían que, físicamente, no le funcionaba nada, sólo el corazón.

 

Aída Cuevas, que es una cantante estupenda, cuenta en el libro sus paseos en bicicleta con el maestro y Pedro Torres, el famoso director de videos y comerciales, revela la estrecha relación que tuvieron su compadre Alberto y Luis Miguel en un momento de la vida. Es uno de mis capítulos favoritos, tal vez porque nunca imaginé que un artista de su tamaño tuviera la humildad de chambear para un colega, así fuera el mismísimo Luismi.

 

Más sorpresas: Emmanuel lo retrata como un fotógrafo frustrado y Marta Sahagún de Fox como el amigo perfecto. Mientras recopilaba el material supe, por ejemplo, que el bolerista Carlos Cuevas fue durante algunos años el chófer-asistente-amigo-fan de Juan Gabriel. Porque sabrán que al Divo no le gustaban los aviones, entonces iba por carretera a todos sus conciertos y Carlos iba al volante. Juntos comían barbacoa rumbo a Querétaro, antes de que se comprara un jet y se convirtiera en vegetariano.

 

Montserrat Oliver, que es una de las mujeres más aventadas, irreverentes y guapas que conozco, reveló, por ejemplo, que Juanga nunca usó los mismos calzoncillos dos veces. A simple vista puede parecer irrelevante, pero la vida está hecha de pequeños detalles (¡no lo olviden!) y un dato chico puede contar toda una historia. El compositor le confesó a Montse los verdaderos motivos, pero ahora que se sabe que Juan Gabriel tenía tantos hijos, sospecho que los desechaba para que nadie tuviera muestras seminales suyas. Se me ocurre.

 

Muchos me preguntan qué tiene que ver Gustavo Dudamel, uno de los directores de orquesta más reconocidos del mundo, con el difunto Juanga. Yo se los contaría gustosa aquí, pero la idea es que compren el libro. No quiero que Editorial Planeta me mate y ahora sí, el libro se quede huérfano de verdad.