Por primera vez desde la desaparición forzada de 43 normalistas en Iguala, Guerrero, el 26 de septiembre, ayer las voces que exigen su aparición con vida y castigo a los responsables llenaron todo el territorio nacional y traspasaron sus fronteras.

 

En el marco de la Cuarta Jornada Nacional y Global de Acción por Ayotzinapa, en decenas de ciudades de todo el mundo, ciudadanos dieron muestras de apoyo para los familiares de las víctimas y expresiones de repudio ante los acontecimientos contra los estudiantes de la Escuela Normal Rural Raúl Isidro Burgos.

 

Las manifestaciones se registraron en ciudades de países como Argentina, Brasil, El Salvador, Perú, Chile, Uruguay, India, París, España, Australia, Puerto Rico, Londres, Alemania, Holanda, Dinamarca, Austria, Suecia, Italia, China, Estados Unidos, Bolivia, Finlandia, Canadá y República Checa.

 

Las expresiones fueron acompañadas con veladores prendidas, carteles exigiendo justicia y presentando las fotos de los 43 normalistas desaparecidos.

 

En el país, todas las entidades registraron marchas de maestros, estudiantes y miembros de organizaciones civiles, quienes se movilizaron en apoyo a la jornada nacional en demanda de justicia por el caso Iguala y de la presentación con vida de los 43 normalistas.
Aunque no se reportaron incidentes mayores, en Campeche, un grupo de unos 100 estudiantes de la normal rural Justo Sierra Méndez, ubicada en Hecelchakán, quemaron un muñeco con la cara del presidente Enrique Peña Nieto a la entrada del palacio municipal, arrojándole bombas Molotov. El fuego provocó daños a la puerta del edificio.

 

Otro de los brotes violentos de las manifestaciones se registró en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, donde jóvenes rompieron cristales y lanzaron bombas caseras contra dos comercios.

 

En Guerrero, donde desaparecieron los jóvenes, integrantes del sindicato Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (CETEG) lideraron manifestaciones de más de dos mil, que se concentraron de forma temporal en la Autopista del Sol y el Congreso del estado.

 

La más grande, en la capital

 

Nadie se quedó en casa. En esta nueva mega manifestación de hartazgo y exigencia de justicia, desde jóvenes, adultos, ancianos y hasta un contingente de niños de prescolar salió a las calles de la Ciudad de México para protestar contra la inseguridad y violencia.

 

El caso de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa fue el estandarte para que miles de inconformes partieran de al menos tres puntos de la ciudad (El Ángel de la Independencia, el Monumento a la Revolución y la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco) hacia un mismo destino: el Zócalo.

 

Vallas metálicas, y comercios cerrados evidenciaban los corredores por donde desfilaron estudiantes, trabajadores, jubilados, amas de casa, obreros e integrantes de diversas comunidades y asociaciones civiles, entre otros. Encabezados por familiares de los jóvenes normalistas y compañeros de estos.

 

Los rijosos, encapuchados y autodenominados anarquistas, no faltaron en esta histórica manifestación, pero los estudiantes y en general todo aquel que salió a marchar sin ocultar su rostro los rechazaron tajantemente. “Infiltrados” o no, la consigna en su contra fue: “¡No a la violencia!”.

 

A su paso, además de las vallas, los miles de inconformes se toparon con una columna de más gente que documentaba sus consignas, sus cantos y su llanto.

 

Desde las cuatro de la tarde, contingentes de todo tipo circulaban sobre la avenida del Eje Central Lázaro Cárdenas con rumbo al primer cuadro de la ciudad.

 

Fue hasta cerca de las nueve de la noche cuando los últimos grupos de manifestantes entraron al Zócalo por la calle de 5 de Mayo. Aunque en esos momentos el mitin y el discurso de los familiares de los estudiantes había culminado, la multitud daba lanzaba uno de sus principales gritos de batalla: “¡Somos más!”.

 

Familiares de normalistas, bajo resguardo de Atenco

 

Al menos 250 estudiantes de normales rurales de varios estados del país y cerca de 30 familiares de los desaparecidos encabezaron la caravana que partió de la Plaza de las Tres Culturas, y a la cual se nombró “Julio César Mondragón”, en memoria de uno de los tres jóvenes que resultaron muertos aquel 26 de septiembre.

 

En punto de las 18:00 horas, el contingente de los familiares de los desaparecidos y normalistas avanzó custodiado siempre por integrantes del Frente de los Pueblos  en Defensa de la Tierra de Atenco.

 

A esta caravana se integraron estudiantes de más de 30 universidades e instituciones de nivel medio superior, tanto públicas como privadas (Ibero, Tec de Monterrey,  Unitec, UVM,  Carlos Septién), quienes exigieron la presentación con vida de los desaparecidos y también la renuncia del Presidente de la República.

 

De acuerdo con datos preliminares del Gobierno del Distrito Federal, en este grupo participaron casi 5 mil personas;  sin embargo sólo al entrar a la calle de Tacuba -en el Centro-, el contingente tardó más de una hora en pasar.

 

Algunos incluso asistieron acompañados por sus papás y familiares.
Durante todo el recorrido de la Plaza de las Tres Culturas hacia el Zócalo (que siguieron por Eje Central y después por la calle de Tacuba) no se presentaron incidentes mayores. Sí hubo en esta ocasión jóvenes que se cubrían la cara, pero la mayoría de ellos lo hacía para realizar pintas de manera anónima.

 

Se reportaron grupos de encapuchados que avanzaban sobre la calle de Tacuba.
También,  integrantes de la porra de los Pumas de la UNAM que marchaban en el  contingente de la Preparatoria 2 de la UNAM,  lanzaron bombas de humo y luces de bengala a la altura del paso subterráneo de Eje Central a la altura de Reforma.

 

Además de la norte, que partió de Tlatelolco, otra caravana salió del Monumento a la Revolución, a la cual se nombró “Daniel Solís Gallardo”, en memoria de otro estudiante muerto, la cual congregó a sindicatos y uniones obreras.

 

Al otro contingente que partió del Ángel de la Independencia se le nombró “Julio Cesar Ramírez Nava” y reunió a grupos populares guerrerenses y de la sociedad civil.

 

Pase de lista sindical

 

La caravana “Daniel Solís Gallardo” reunió a los sindicatos de obreros y burócratas en el Monumento a la Revolución para salir rumbo al Zócalo.

 

Entre las organizaciones que se presentaron estuvieron el Sindicato de Trabajadores de la UNAM, la Unión Nacional de Trabajadores, el sindicato de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México y el Sindicato de Telefonistas.

 

Aunque la salida estaba pactada para las 18 horas, la gente comenzó a reunirse en la Plaza de la República desde las 16 horas, lo cual obligó a los organizadores a adelantar el comienzo.

 

Al frente del contingente estaba un grupo de padres de familia de los desaparecidos, además de estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa que hicieron valla para tratar de encarrilar a los cientos de marchantes.

 

Después de salir del monumento el contingente tomó avenida Juárez rumbo a Eje Central, donde el único incidente fue la expulsión de un sujeto por sospechas de que era un infiltrado. El hombre dijo llamarse Julio César Martínez y que trabajaba como policía auxiliar, pero no pudo acreditarlo y al final se retiró sin más problemas.

 

Tras llegar a Eje Central tomaron por 5 de mayo para así entrar al Zócalo, recorrido donde estuvieron vigilados por visitadores adjuntos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, quienes consignaron lo sucedido con fotografías.

 

Los 100 observadores de la Comisión -una cifra inédita-, atestiguaron el paso de los tres contingentes en diferentes puntos para vigilar que no hubiera abusos de autoridad.

 

La caravana llegó a la Plaza de la Constitución alrededor de las 18:30 horas, siendo el primer contingente en arribar, por lo que comenzaron con el mitin informativo sobre el caso de los normalistas desaparecidos en Iguala.

 

 

 

 

Cobertura de Teresa Moreno, Jonathan Nácar, Arturo Angel, Alejandro Suárez y José Víctor Rodríguez