Albert Einstein decía que la mejor definición de demencia es hacer siempre lo mismo y esperar un resultado diferente. Desde la primera vez que la leí me pareció una frase espléndida para ilustrar nuestro comportamiento como sociedad.

 

No pensé que durante los últimos 15 años sería testigo de cómo esa frase se materializaba una y otra vez en México. Más en lo que se refiere a seguridad y procuración de justicia. Durante años, marchamos, protestamos, lanzamos múltiples ¡YA BASTA! pero sin obtener hasta el momento nada más que resultados marginales.

 

De nueva cuenta, se anunciaron medidas desde la autoridad para superar la crisis en la que nos encontramos. Creo que si la sociedad civil no empuja un cambio de dirección ahora, el fracaso de éstas es seguro.

 

El análisis más simple arroja que hemos derrochado recursos en cuerpos de seguridad, elaborado muchas iniciativas inaplicables y planteado medidas superficiales que han servido de muy poco para revertir la descomposición social.

 

Hemos atestiguado en ceremonias de mucho protocolo los intentos de al menos tres gobiernos federales por detener la violencia con las mismas reglas que no funcionaron antes y que no lo harán ahora.

 

Plantear un número único 911 para reportar emergencias y denunciar parece una solución lógica a primera vista. Sin embargo, casi todos los números oficiales inspiran una desconfianza tal entre los ciudadanos que en promedio el 90% de las llamadas que reciben son falsas o de broma.

 

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¿De qué servirá un número único al que nadie marque o marque para burlarse? ¿Quién va a responder, el mismo funcionario de seguridad que está coludido con el crimen, ante ése nos identificaremos para denunciar?

 

Debemos ser francos y darnos cuenta que medidas como ésta, a cargo de las autoridades, son más de lo mismo. Con estas acciones no podemos asegurar resultados en el corto plazo y tampoco se abate la impunidad ni se brinda certeza jurídica para quien tiene el valor de hacer una denuncia.

 

Habrá una policía municipal pero que sólo cambiará de gorra para llamarse estatal, sin tener garantía de honestidad, preparación o compromiso porque serán los mismos elementos. El Mando Único funciona siempre y cuando haya un sistema de capacitación bajo estrictos protocolos de supervisión y transparencia en sanciones y procesos para que sean los propios ciudadanos los que vigilemos su actuación.

 

En específico con institutos técnicos certificados por la sociedad organizada y con base en estándares internacionales que mantengan a sus aspirantes a policías en constante capacitación y con un servicio de carrera que se preocupe por preparación, sus condiciones de vida y beneficios sociales y económicos para los buenos elementos.

 

Existen casos de éxito que están operando desde y por la sociedad civil, que sí reducen delitos con la participación de algunas autoridades responsables y gobiernos sensibles, y crean confianza en las personas porque entre iguales decidimos pasar de la protesta a la propuesta.

 

No veo otro escenario posible que el de asumir una mayor participación e impulsar a las autoridades a que den un golpe de timón junto con la sociedad. Lo que no se mide no puede mejorarse y si no hay un plan concreto los ciudadanos nos quedaremos otra vez con las manos vacías. Todo lo demás, simplemente es pura demencia.