Yarrington, Javidú, César Duarte, Borge, Abarca, Eva Cadena, Édgar Veiitia… Ni hablar: la nómina de impresentables invita a pensar la política nacional no en tonos de gris y tal vez ni siquiera en blanco y negro, sino en negro y negrísimo. Pero, sobre todo con las elecciones del año que viene en puertas, hay que evitar la tentación. Y es que está en lo cierto el periodista y narrador Jorge Zepeda Patterson cuando dice “no los conocemos”.

 

Se refiere a los más que probables presidenciables. A la lista de figuras políticas de la que con toda certeza saldrá tu próximo presidente, estimada lectora, estimado lector. Un personaje que probablemente sea mucho más complicado de lo que supones.
Eso, conocer a los candidatos, es el motor de Los suspirantes 2018, coordinado por el propio Zepeda. Los protagonistas son los que suelen protagonizar las notas en los medios. El único candidato confirmado, Andrés Manuel López Obrador, claro. Pero también, en riguroso desorden, Manlio Fabio Beltrones, Margarita Zavala, Ricardo Anaya, y Eruviel, y Narro, y Mancera, y… Ya conocen la lista. Los aspirantes. Los candidatísimos.

 

¿De qué se trata? De conocerlos, sí, pero a fondo, más allá de la coyuntura periodística, de la denuncia en redes sociales o de la propaganda electoral. De conocer sus orígenes políticos, sus familias, sus amistades, su formación académica, sus actitudes o certezas frente a la economía, la religión. Hasta sus pasatiempos. El libro, en fin, es un ejercicio en la buena tradición norteamericana del perfil, de la semblanza minuciosa, tan necesaria. El resultado es, sí, una galería de personajes en tonos de gris, complejos, matizados, dueños de vidas normalmente ricas e inclasificables, retratados por una nómina variada y sólida de periodistas, de Alejandro Páez a Ricardo Raphael o Humberto Padget –más alguna escritora rigurosamente literaria, caso de Sandra Lorenzano–.

 

El ejercicio es útil, claro, de cara a las urnas, adonde idealmente deberíamos llegar con toda la información posible sobre los probables nuevos dueños de la silla del águila, pero también, con más perspectiva, frente a la conservación de nuestra memoria histórica. En efecto, los medios no permiten conocer en profundidad a los actores políticos que nos sonríen anhelantes por aquello de nuestra credencial del INE. Estos ejercicios, biográficos, también periodísticos, compensan esa carencia.

 

¿Dejaremos de pensar en los candidatos como en monstruos (a veces como en santos, que es casi lo mismo)? En unos casos sí, en otros probablemente no. Pero el monstruo, cuando lo entiendes, suele dar un poco menos de miedo.

 

aarl