El trabajo de un neurofisiólogo y un pianista coincidió en un proyecto científico. Descubrieron el sonido que produce el movimiento de una neurona de un caracol de jardín.

 

Hugo Solís Ortiz, de la Facultad de Medicina de la UNAM, ha investigado por más de 30 años el funcionamiento del sistema nervioso central del molusco que puede identificar “de oído”, y junto a su hijo Hugo Solís crearon una pieza sonora a partir de los disparos eléctricos generados por estas células:

 

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El científico al introducir un filamento de platino en la neurona de un molusco, transformó los impulsos en sonidos; el pianista propuso acordes para acompañar esa sinfonía de ruidos.

 

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El resultado es una obra de ocho minutos y medio, que al igual al caracol de jardín que aportó sus tejidos para el experimento acústico, lleva su nombre, Helix aspersa.

 

La obra se conforma de percusiones de origen biológico que se superponen a armonías improvisadas en el momento.

 

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“Esto se puede hacer porque cada neurona tiene un ritmo propio que, aunque silencioso, se vuelve audible al ingresar su patrón de actividad a un amplificador y conducirlo a una bocina. Los pulsos registrados llegan a ser tan regulares que podríamos medirlos con metrónomo, lo que nos da una pauta a mi hijo y a mí para trabajar juntos, aunque cada uno desde su campo de experiencia”, señala el encargado del Laboratorio de Neurofisiología de la Facultad de Medicina.

 

La propuesta se ha presentado ya en dos ocasiones, una en la Fonoteca Nacional y otra en el Museo Universitario Arte Contemporáneo (MUAC), aunque en el último recinto de forma poco exitosa debido a que, pese a todos los intentos y el instrumental de alta precisión empleado, cada intento del sensor metálico por acertar en la célula nerviosa del molusco erró su blanco.

 

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Sean las 11 mil neuronas de un caracol o las 100 mil millones presentes en el cerebro humano, cada una realiza un trabajo específico, lo que hace que el académico las compare con una orquesta que, al dividirse en secciones y ejecutar líneas melódicas únicas a momentos precisos, crean un todo armónico.

 

El antecesor

 

El profesor Solís no es el único que ha encontrado semejanzas entre las estructuras biológicas y las artísticas.  En el siglo XIX, Santiago Ramón y Cajal describía al sistema nervioso central como “la obra maestra de la vida”.

 

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Al día de hoy, el profesor trabaja con neuronas animales para entender qué hay detrás de la epilepsia, cómo las drogas afectan al cerebro y un sinnúmero de investigaciones que van más allá de la música y sus sonidos.

 

 

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Helix Aspersa, o de cómo se escuchan las neuronas de un caracol de jardín.