CIUDAD DEL VATICANO. El acceso o no al sacramento de la comunión por parte de los divorciados vueltos a casar abrió un fuerte debate en la Iglesia católica, luego que el Papa Francisco convocó un amplia consulta sobre la pastoral familia.

 

Una de las primeras preocupaciones del pontífice es la atención a los nuevos desafíos de la familia: la ruptura de matrimonios, la caída en el número de bodas religiosas y la cercanía a los hijos que viven situaciones distintas a las del pasado, como la homosexualidad de sus padres.

 

Aunque el Papa desea una reflexión amplia y que incluya temas diversos, la discusión pública se ha reducido casi exclusivamente sobre la situación de quienes están unidos en segundas nupcias, los cuales, según la doctrina católica, no pueden comulgar.

 

Para abordar el tema el obispo de Roma decidió convocar dos asambleas mundiales de obispos, llamadas Sínodos, que sesionarán en los meses de octubre de 2014 y 2015. Pero la semana pasada tuvo lugar un anticipo de la discusión en un encuentro a puerta cerrada con más de 150 cardenales.

 

Los resultados de esa primera discusión no fueron dados a conocer públicamente, pero se supo que más de 60 purpurados tomaron la palabra y que 90 por ciento de ellos se refirió al tema de los divorciados vueltos a casar, como reveló el cardenal francés Phillip Barbarin.

 

Simultáneamente y por instancias del Papa, a finales de 2013 la Secretaría del Sínodo de los Obispos lanzó una consulta inédita a nivel mundial sobre la situación de la familia mediante un cuestionario con 38 preguntas que incluyeron asuntos de candente actualidad como los homosexuales y los divorciados.

 

Este día la misma secretaría informó que “el porcentaje de las respuestas ha sido altísimo”, luego que los días 24 y 25 de febrero pasado se reunió el Consejo Ordinario del Sínodo.

 

Tanto interés demostró el pontífice al respecto que él mismo presidió la sesión de trabajo del lunes 24, en la cual se presentó un resumen general de las respuestas que fue “unánimemente apreciado”.

 

“Respuestas sobre la urgencia de anunciar con un nuevo impulso el evangelio de la familia, así como sobre los desafíos y las dificultades vinculadas con la vida familiar y sus eventuales crisis”, indicó una nota del Sínodo.

 

En la reunión con los cardenales de la semana pasada tocó a Walter Kasper, teólogo alemán, exponer durante dos horas los desafíos de la pastoral familiar. Propuso también algunas situaciones en las cuales los divorciados y vueltos a casar podrían acceder a la comunión.

 

El trabajo de Kasper fue alabado por el mismo Papa, que lo calificó como “teología de rodillas”. Todo esto suscitó especulaciones sobre en qué podría terminar el debate abierto.

 

Empero no todos los purpurados compartes esa posición. Para Gerhard Ludwig Mueller, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe del Vaticano, “sobre el matrimonio la doctrina de la Iglesia es muy clara” y no existe cambio posible.

 

“No se trata de mi opinión. La pastoral no puede tener otro concepto respecto a la doctrina, la doctrina pastoral y la pastoral son la misma cosa. Jesucristo como pastor y Jesucristo como maestro con su palabra no son personas diversas”, precisó.

 

Tras la presentación de su último libro, que cuenta con el prólogo del Papa Francisco, el cardenal alemán advirtió que se debe ayudar a las personas que están en situación difícil, pero insistió: “si el matrimonio es indisoluble no podemos deshacerlo”.

 

“Caminos nuevos sí, pero no contra la voluntad de Jesús. La misericordia de Dios no está en contra de la justicia de Dios. El matrimonio es un sacramento que se funda en el vínculo indisoluble entre dos cónyuges. Nuevos caminos deben profundizar el saber”, estableció.

 

“Tantos no los conocen y piensan que el matrimonio sea sólo una fiesta que se celebra en la Iglesia, pero los cónyuges se dan la palabra de vivir juntos integralmente, en el cuerpo, en el sexo, en el alma, en la fe, en la gracia de Dios”, apuntó.

 

El prelado insistió que no es posible focalizarse siempre sobre la misma pregunta: si los divorciados y vueltos a casar pueden recibir la comunión o no; porque existen otros problemas como la educación cristiana de los niños que viven en familias “alargadas”.

 

Calificó de “lamentable” que los fieles no conozcan y no vivan la doctrina de la Iglesia, aunque constató que no se puede “reducir la palabra de Jesús” porque tantos católicos no conocen la realidad.

 

“Existen muchos que no participan en la misa dominical porque no saben el valor que tiene para su vida. No podemos decir, como consecuencia, que la misa es menos importante. Sería paradójico que la Iglesia dijese: Como no todos conocen la verdad, la verdad no es obligatoria para el futuro”, dijo.

 

“No existe otra solución porque el dogma de la Iglesia no es cualquier teoría hecha por algunos teólogos, sino la doctrina de la Iglesia, nada más que la palabra de Jesucristo, que está muy clara. Yo no puedo cambiar la doctrina de la Iglesia”, ponderó.