Alejandro Echevarría es el hombre más exultante.

 

Y cómo no, si ha recuperado Nayarit para él y su imperio cocacolero.

 

Aquí hemos hecho adelantos y vamos a darle seguimiento.

 

Antonio Echevarría, su hijo, ha ganado la gubernatura de Nayarit, y de poco servirá el fuego de artificio hecho por el PRI de impugnar la elección para gobernador.

 

Pero atrás está la verdad.

 

Alejandro Echevarría grita ante quien lo escuche:

 

-¡Yo compré la gubernatura!

 

Y sí, la compró en 1999, cuando el entonces dirigente del PAN, Felipe Calderón, le negó el apoyo y él repasó sus posibilidades y regresó a Tepic con cuentas exactas:

 

-El presidente del PAN en el estado es mi gerente en Coca-Cola, el presidente del PRD es mi sirviente… ¿Cuánto me pueden costar los dirigentes de otros partidos?

 

E, impulsado por la visión política del perredista Ricardo Monreal, juntó a todos sus empleados e hizo cuentas, y comprobó que era dueño de un gran imperio y con los votos de sus trabajadores ganaría.

 

En adición, tuvo el respaldo de su amigo y socio cocacolero y entonces gobernador de Guanajuato, Vicente Fox, y luego fue gobernador, aunque tuvo algunos desencuentros con el guanajuatense.

 

EL GOBIERNO ES PARA HACER NEGOCIOS, NO CHINGADERAS

 

Eso fue entonces.

 

Hoy, en pleno 2017, tuvo de gran aliado al presidente del PAN, Ricardo Anaya, para hacer candidato a su hijo sobre el gran prospecto y alcalde de Tepic, Polo Domínguez.

 

Y su hijo Antonio Echevarría fue candidato con el PRD de comparsa y hoy es gobernador electo y sucederá a Roberto Sandoval, esperanza fallida en sus raras relaciones con Edgar Veytia y a través de él con el crimen organizado, según reportes de la PGR y de la DEA (Drug Enforcement Administration).

 

Las líneas de investigación conducen a Roberto Sandoval, como en su momento las averiguaciones sobre la corrupción y desvío de recursos públicos llevaron a Javier Duarte, César Duarte y Roberto Borge, el primero prófugo y los dos segundos detenidos en Guatemala y Panamá.

 

En espera de la mano de la justicia, como adelantamos aquí hace medio año, demos otra información:

 

Alejandro Echevarría convive con la burguesía de Nayarit –liderada por él, obvio- y todo lo resume en una frase:

 

-Yo compré la gubernatura y la compré para mi hijo.

 

Y dice más:

 

-El gobierno es para hacer negocios, no chingaderas.

 

Y por si quedara alguna duda:

 

-No le busquen: les va a ir muy bien a quienes jugaron conmigo y con mi hijo.

 

RICARDO ANAYA: GANADOR DE QUÉ, GANADOR DE NADA

 

Y a todo esto, ¿qué papel jugaron el PAN y el PRD?

 

Simple: de comparsas de un cacique, dueño de la economía, amo y señor de un estado a donde no han llegado ni la ley ni la justicia.

 

Llevada esta realidad a otro hecho: ¿con qué derecho reivindica Ricardo Anaya la victoria en Nayarit, si quien llega es el hijo de un cacique?
Todos creíamos erradicada esta realidad en la Revolución Mexicana, pero ahora don Alejandro Echevarría nos devuelve un siglo y nos muestra cómo un estado es espacio de un cocacolero.

 

Repitamos su dicho:

 

-Compré la gubernatura, y la compré para mi hijo –y deja a Ricardo Anaya como perdedor en Nayarit, Estado de México y Coahuila. O sea, ganador de nada.

 

Y por eso, según cuentas reveladas por él a sus amigos, dos mil pesos por voto.

 

 

 

aarl