Parece simple y lo es. Más allá de las grandes cifras de la economía y de las altisonantes promesas de los políticos, al ciudadano -de cualquier nacionalidad- lo que le importa es su calidad de vida: Las oportunidades para educarse o educar a sus hijos, la calidad del aire que respira, el salario que gana, el trabajo que tiene, el tiempo disponible para entretenerse o viajar, la atención en su salud, la vivienda que habita, lo seguro que se siente donde vive… en fin; que lo que le importa a la gente es su nivel de satisfacción personal y familiar por la calidad de vida que lleva.

 

Ayer, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) publicó su Índice para una Vida Mejor en la que se muestra que, comparativamente con otras sociedades, la calidad de vida de los mexicanos aún deja mucho que desear y se mantiene prácticamente en la cola de los 36 países que conforman la OCDE, sólo por arriba de Turquía, pero por debajo de países latinoamericanos como Chile y Brasil.

 

Le doy algunos datos relevantes sobre la calidad de vida de los mexicanos:

 

En materia de seguridad, México califica en el último lugar con cero en una escala del 1 al 10. El 13% de los mexicanos dicen haber sufrido un asalto o robo en los últimos 12 meses, el triple que en el promedio de los países de la OCDE (4%) y 10 veces más que en países como Canadá o Japón.

 

En situación parecida se coloca la educación y sus beneficios entre la población mexicana. Es el último lugar en el índice de la OCDE (0.7), por debajo de Brasil (1.4), Turquía (1.5) y muy por debajo de Chile (4).

 

Una situación parecida -aunque no tan dramática como la de la seguridad y la educación- es la de los ingresos entre los mexicanos. En materia de ingreso y patrimonio familiar los mexicanos califican en antepenúltimo lugar por encima de brasileños y estonios, pero por debajo de chilenos, turcos y polacos. El ingreso familiar disponible promedio de los países de la OCDE casi duplica al mexicano que es de 12 mil 732 dólares al año.

 

Un rubro que llama la atención por su afectación a la calidad de vida del mexicano es el escaso apoyo que siente de su comunidad en caso de necesidad (amigos y familiares). México califica en el penúltimo lugar con 1.2 -por arriba de los turcos-, mientras que los brasileños califican con 6.2 y los españoles con 8.

 

Una situación similar es la que se presenta con el balance entre trabajo y entretenimiento. Las muchas horas en el trabajo hacen que los mexicanos califiquen en el penúltimo lugar de la OCDE con 2.9, mientras que los chilenos obtienen 5.4 y los brasileños, 7.2. Son los daneses quienes obtienen un mejor balance en el uso de su tiempo con 9.8

 

En las condiciones y gasto de vivienda (4.1), en el cuidado de la salud (4.6), en su participación democrática y electoral (5.4) y en la calidad del medio ambiente (5.3) los mexicanos califican un poco mejor en su calidad de vida relativa respecto de los rubros anteriores, aunque aún distantes de los promedios que registran los países de la OCDE.

 

Sin embargo, y a pesar de los datos anteriores, para este mismo índice de la OCDE los mexicanos se autoevaluaron con 8.5 puntos en “felicidad”, sólo por debajo de los países nórdicos, que son las sociedades que alcanzaron las notas más altas en todos los demás rubros de la calidad de vida.

 

El mexicano vive mal, pero es “feliz”; dice el índice…sin embargo, esa es una cuestión que no abordaremos en este espacio.