De la misma manera que sucede cada 4 años, cuando se acercan las elecciones presidenciales en Estados Unidos, el mundo voltea a ver con atención a aquel que, por lo menos durante los próximos 4 años, impondrá las tendencias mundiales en seguridad, economía y el balance general de las relaciones internacionales. Los contendientes más probables a liderar el país que sigue funcionando, aunque sea de facto, como la potencia mundial, es un asunto que nos debe de preocupar a todos.

 

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Los resultados de las elecciones del 4 de noviembre de 2014 arrojaron resultados que demostraron el creciente poder e influencia del partido republicano. En ellas, se decidieron 36 gubernaturas estatales, de las cuales 24 ganó dicho partido. Actualmente, en Estados Unidos hay 31 gobernadores republicanos, 18 demócratas y uno independiente.

 

Para las elecciones de las cámaras alta y baja, llevadas a cabo el mismo día, se dieron resultados similares. Los republicanos ahora dominan el Senado con 54 de 100 posiciones, mientras que en la cámara baja ocupan 245 de 435 asientos.

 

Es todavía temprano para lanzar un pronóstico certero sobre el partido que administrará la Casa Blanca después de las elecciones del 8 de noviembre de 2016, pero, con el actual contexto de la política americana, es importante poner atención a los más posibles candidatos republicanos a la presidencia de los Estados Unidos. Entre muchos otros, uno de los favoritos es Jeb Bush.

 

Sí, otro más de la dinastía de la derecha conservadora americana.

 

En un mundo con las actuales complejidades de seguridad y estabilidad económica, el siguiente contendiente republicano cobra una relevancia fundamental para el porvenir mundial en el futuro cercano.

 

Hay ocasiones en las cuales es dificil distinguir entre los intereses empresariales de los políticos y su carrera en la función pública. En Estados Unidos, la línea es muy delgada, y esta línea se vuelve aún más difusa en la familia Bush. El primer hombre en figurar públicamente dentro de esta famosa familia fue Prescott Bush, corredor de la bolsa de Wall Street y finalmente senador en 1957. H.W. Bush, su hijo mayor, fue presidente después de haberse hecho millonario con el petróleo texano. Jeb fue banquero para el Texas Commerce Bank en Venezuela. La ideología que permea a la familia Bush está forjada con valores marcados de salvaje libre mercado, teniendo como un eje rector la inconveniencia que muchas veces resulta el gobierno para la acumulación de capital.

 

Después de haber ocupado diferentes posiciones políticas y haber trabajado en la campaña presidencial de su padre, Jeb Bush fungió como gobernador del estado de Florida durante dos mandatos, entre 1999 y 2007.

 

El proyecto principal de Jeb como gobernador fue la privatización de varios servicios y sectores burocráticos encargados al Estado, como Medicaid (el sistema de salud del gobierno americano), el sistema carcelario y la educación, al mismo tiempo que fue lo suficientemente astuto como para identificar una ganancia política a futuro en este tipo de proyectos.

 

En un eje similar, una de sus principales metas fue, año con año, reducir drásticamente el número de empleados dentro de la estructura del gobierno del estado. Al final de su administración, este número se redujo en un 7%, una cifra mucho menor de la que él esperaba.

 

Con el objetivo de robustecer la cadena económica del estado, prometió deshacerse de aquellas regulaciones que entorpecían nuevos desarrollos de negocios e impulsó el recorte a los impuestos más importante de la historia de Florida.

 

Este tipo de programas y políticas se asemejaron a las de su hermano, el presidente George Bush. Algunos autores identificaron cierta rivalidad entre los hermanos, que si bien persiguieron los mismos objetivos, las strategias con las cuales los intentaban alcanzar variaban indudablemente.

 

No es dificil adivinar que si Jeb Bush resulta el candidato presidencial ganador para el partido republicano, su agenda sería practicamente igual a aquella que siguió como gobernador del estado de Florida. Una tendencia política y económica tan marcada hacia la derecha como la de Jeb Bush conllevaría serias implicaciones en el balance internacional.

 

Aún es temprano para especular sobre los objetivos políticos que tendría en mente como presidente, sobre todo aquellos que no pudo seguir como gobernador, como lo son la política exterior o la inmigración, sin embargo, su pasado político y la línea de sus dos predecesores republicanos –y familia directa- señalan a que un tercer Bush en la Casa Blanca mantendría un eje neoconservador de rasgos muy similares.

 

La historia reciente nos ha demostrado que los votantes estadounidenses suelen cambiar de opinión constantemente sobre el partido al que apoyan. La completa polaridad de ideas y políticas que representa un presidente como Barack Obama contra las de Jeb Bush, pintan un panorama de probable remplazo de aquello que los democratas implementaron en 8 años de gobierno.

 

Aunque estén a un año y medio de distancia, es importante poner especial atención a la incipiente carrera por la Casa Blanca, sobre todo cuando el panorama actual en la política americana se ve tan dominada por los republicanos.