El PRI se encuentra en un periodo de cambios. No sabemos en qué acabará, pero la institución de 87 años se mueve. El dirigente nacional, Enrique Ochoa, ha cambiado el discurso: en un reconocimiento implícito de negligencias pasadas, el combate a la corrupción es por fin la bandera –por primera vez en su historia, el PRI suspendió los derechos partidistas de un gobernador en funciones y de otros seis militantes, presumiblemente involucrados en actos de corrupción-.

 

Los priistas deben aprovechar este momento para erradicar de su vida institucional ideas, costumbres y prácticas nocivas que no solo los atan al pasado, sino que dañan la democracia mexicana en su conjunto. Un ejemplo de lo que debe irse: la idea guía de muchos militantes de que “entre menos salgan a votar los ciudadanos, mejor para el PRI”. Este terrible mantra se ha convertido en uno de los ejes de operación electoral más arraigados en dicho instituto político.

 

En primer lugar, la premisa no está del todo comprobada. Según el profesor del CIDE, José Antonio Crespo, un nulo abstencionismo en la elección federal de 2009 hubiese perjudicado al PRI y al PAN, y beneficiado al PRD –véase: http://eluni.mx/2e49E2j-. Asimismo, el también cideíta Javier Aparicio, menciona que “en los distritos con mayor participación electoral en 2006, menos votos recibió el PRI. Sin embargo, para 2009 esta relación se invirtió: a mayor participación distrital, mejor le fue a ese partido”. Agrega, además, que “en 2012 el abstencionismo benefició al PRI en distritos urbanos, pero lo perjudicó en los rurales” –véase: http://bit.ly/1QjMNyy-.

 

Y en segundo lugar, de manera más grave, está la atroz idea de un partido político fomentando la antipolítica. Como lo mencioné antes, muchos priistas siguen operando elecciones con criterios disuasorios; es decir, que fomenten el abstencionismo entre el electorado. Quiero ser muy claro: no hay traición más grande a la promesa democrática de México que, de manera frecuente e incluso sistemática, se busque desalentar uno de los mayores logros ciudadanos: el voto bien contado. Por esto, el PRI debe desterrar de su militancia esta idea y sus prácticas consiguientes –sobre todo en áreas rurales, dónde es más fácil impedir o dificultar el voto-.

 

El PRI, como partido en el gobierno, debe ser un arquitecto social y un claro impulsor cívico, y sus bases deben aprovechar esta coyuntura para corregir deformaciones que con el tiempo, se han convertido en distancia con la ciudadanía libre. Los demócratas a conveniencia no son demócratas.

 

Un paso histórico para México: El Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) anunció que buscará presentar una candidatura presidencial independiente en el 2018. Una gran noticia no solo por la candidatura indigenista en sí, sino por el reconocimiento tácito de los zapatistas de que la arena electoral, y no la violencia, es el mecanismo para transformar la colectividad.

@AlonsoTamez