Se ven con desconfianza y recelo muto, pero la relación entre ellos nunca ha rebasado ciertos parámetros de civilidad. Aunque adversarios, su trato ha sido siempre institucional y nunca, al menos en público, se les ha escuchado un ataque o una crítica directa ni personalizada, como si en el fondo ambos guardaran cierto margen de maniobra por lo que pueda ocurrir.

 

Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto son sin duda los dos polos  en la lucha de poder que se libra en la sucesión presidencial y, sin embargo, ambos parecen cuidadosos de no tocarse con el filo discursivo y evitan alusiones directas que los enfrenten públicamente. Peña, por ejemplo, como candidato opositor ha forjado un discurso crítico sobre la situación del país y ha hablado de problemas como el incremento de la pobreza, el desempleo, la mala calidad educativa.

 

Pero hasta ahora, el candidato priista evita en todo momento una mención directa del presidente por su nombre. Incluso, cuando llega a hablar de la violencia y la inseguridad que padecen varias regiones del país, evita referirse a las escandalosas cifras de muertos en lo que va de este sexenio –50 mil según las cifras oficiales— y Peña prefiere hablar de “los problemas que se agravan en el país en los últimos 12 años”.

 

Del otro lado, Calderón, si bien todos coinciden que desde hace rato actúa como el jefe de la campaña del PAN, ha sido especialmente cauteloso de no agredir en público al ex gobernador, a quien visitó como mandatario mucho más que a cualquier otro estado cuando despachaba en el estado de México. Aún ahora, ya como candidato del PRI, Peña ha tenido comunicación telefónica con Los Pinos.

 

En el fondo, dentro de su acendrada rivalidad política, el presidente y el candidato puntero parecen entender que entre ellos debe prevalecer un cierto margen de trato que les permita interactuar en caso de una transición de poderes, si ese fuera el caso después del 1 de Julio.

 

Es posible que en lo que resta de las campañas se vean aún más ataques y que el candidato priista sea el blanco de los llamados “obuses” panistas con los que traten de bajarlo en las encuestas. Pero es poco probable que en esos ataques previsibles aparezca, al menos abiertamente, la mano o las huellas del presidente que, dificilmente a estas Alturas y en las circunstancias en que se encuentra la pelea por la Presidencia, se jugará su resto y se peleará con quien puede revisarle sus cuentas y las espaldas.

 

Una anécdota que cuentan personajes de muy alto nivel en la campaña del PRI es que, en una de sus últimas visitas a Los Pinos, al despacho presidencial, antes de que fuera candidato, Peña escuchó del inquilino de esa casona una frase que fue todo un guiño político: “Yo a ti te veo sentado en esta silla”.

 

NOTAS INDISCRETAS… Con el resbalón del Rey Juan Carlos en África, que le costó algo más que una cirugía de cadera, nos acordamos de una anécdota que muestra que el rey no siempre está dentro de lo políticamente correcto. Cuando el monarca español visitó Guadalajara en 1991 para asistir a la primera Cumbre Iberoamericana, durante la cena de Gala, en el patio mayor del Hospicio Cabañas, el cantante Juan Gabriel deleitaba a los mandatarios iberoamericanos cuando en la mesa principal, el rey le comentó al presidente anfitrión Carlos Salinas. “Hombre presidente, que este señor no es el más representativo de los machos mexicanos ¿verdad?”. A lo que Salinas, con su agudeza respondió de inmediato: “No Rey pero es que desde que vinieron de España Rafael, Miguel Bosé y otros más impusieron moda”… Los dados abren con Escalera. La semana promete.

 

sgarciasoto@hotmail.com | @sgarciasoto