En su segundo día en nuestro país, el papa Francisco fue recibido por la clase política mexicana, en la que se vio a gobernadores que le besaron la mano, secretarios de Estado apurados por conseguir una foto y gritos desbordados para pedirle la bendición; además, el obispo de Roma se reunió con la alta jerarquía de la Iglesia Católica en México, a quienes llamó a ser transparentes y alejarse de las tentaciones del poder.

 

Clase política

 

Faltan pocos minutos para las 11:00, el día es el sábado 13 de febrero y el lugar es el interior de Palacio Nacional.

 

Francisco desciende del escenario junto al presidente Enrique Peña Nieto. En las primeras filas se encuentra la mayoría del gabinete.

 

Uno de los más animados es Idelfonso Guajardo, titular de Economía, que hace lo posible por obtener una foto con el Papa; más mesurado el secretario de Defensa, Salvador Cienfuegos, lo saluda con solemnidad; la canciller Claudia Ruiz le intenta presenta a su hijo.

 

Al tiempo, desde las gradas, habilitadas para mil invitados especiales, en su mayoría funcionaros de menor rango y familiares, se escucha: “papa Francisco su bendición, queremos su bendición”, en repetidas ocasiones y a grito abierto.

 

Más adelante están los gobernadores, en primera fila, los de las entidades que visitará; y desde la segunda fila, la gobernadora de Sonora, Claudia Pavlovich se abre paso, su objetivo es besar la mano del Papa y lo consigue. Se retira con una sonrisa.

 

Manuel Velasco, gobernador de Chiapas, también se inclina para besar la mano de Francisco.

 

“Bendición, bendición…”, todavía se escucha en las graderías, ya por abordar el papamóvil, Francisco voltea hacia la multitud, todos vestidos formales, y no, no les da la bendición litúrgica, solo se despide con las manos.

 

La visita del papa Francisco a Palacio Nacional se considera de Estado, por eso, minutos antes se le rindieron honores como jefe del Estado Vaticano.

 

Hasta el Presidente esbozó un guiño al catolicismo: “México es un pueblo orgullosamente guadalupano”, le dijo al Pontífice.

 

Reunión con obispos

 

Luego, ya en la Catedral Metropolitana, el papa Francisco exigió a los obispos mexicanos que dejen el discurso “genérico”, pues aunque no les corresponda resolver la violencia que afecta a México, señaló que la Iglesia Católica requiere coraje y un serio proyecto pastoral para contribuir a liberar al país del narcotráfico.

 

De manera indirecta, el Papa también hizo mención a los escándalos de corrupción y las peleas internas protagonizadas por las altas esferas del clero mexicano, al cual pidió que no se deje corromper, se aleje de la tentación del poder  y se abra a la transparencia.

 

“Si tienen que pelearse, peléense, pero como hombres, díganselo en la cara, y como hombres de Dios, que después van a rezar juntos. Pero mantengan la unidad del cuerpo episcopal. Comunión y unidad entre ustedes”, aseguró.