Un temblor  de 7.1 grados en la escala de Richter, provocó que la Ciudad de México se viera envuelta en caos vial, edificios derrumbados, calles cerradas, policías que supervisaban el tránsito y gente caminando en búsqueda de un  medio de transporte fue el escenario durante la tarde de este martes.  Hasta el momento son 20 los edificios colapsados.

 

A las 11:00 horas, se realizó el simulacro en conmemoración del terremoto de 1985, con la desatención de la mayoría, sólo los empleados de Gobierno cumplieron cabalmente sus desalojos de edificios, mientras que transeúntes, sobre avisados de la simulación de temblor, caminaron seguros de que no ocurría nada; sin embargo, un par de horas después, tuvieron que hacer uso de lo mucho o poco que aprendieron de cada simulacro vivido.

 

Al momento del sismo, en la Asamblea Legislativa del DF se realizaba una sesión del periodo ordinario. Justo se acababa de aprobar un punto de acuerdo en materia de Protección Civil cuando la alerta sísmica sonó.

 

A diferencia del sismo ocurrido el 7 de septiembre, cuando la alarma sonó con 120 segundos de anticipación, en el temblor de hoy pasaron por mucho 40 segundos para que el movimiento fuera completamente perceptible,  moviendo lámparas, tirando teléfonos fijos y provocando algunos colapsos nerviosos entre los trabajadores que despavoridos salieron del recinto de Donceles.

 

En el Centro Histórico, cientos de trabajadores salieron de los establecimientos. En la calle República de Uruguay número 48, se desplomó parte de la fachada de un inmueble, escenario que se repitió en varias calles como República de El Salvador  y Bolívar.

 

Como si se repitiera a mediana escala lo ocurrido en 1985, la colonia Doctores fue nuevamente el blanco de la problemática, varios edificios cuarteados y vecinos alarmados por el daño. En el cruce de las calles Doctor Andrade y Doctor Leceaga  un auto quedó debajo de la fachada hecha añicos por el derrumbe.

 

Unas cuadras adelante, en Doctor Navarro y Doctor Lucio, un edificio de al menos 11 pisos, tuvo tales daños que se podía ver el interior de algunos cuartos por las grietas que terminaron en aberturas completas.

 

A lo largo de Eje Central, la gente que trataba de ingresar a las estaciones del Metro era alertada por los policías. “No señora, en esta estación no hay servicio”, respondían los uniformados cuando las madres de familia buscaban como llegar a sus hogares, con los hijos que recién salían de la primaria.