Sobre la avenida Paseo de la Reforma, a la altura de la “puerta de los leones” del bosque de Chapultepec se levanta una enorme torre de acero, concreto, cuarzo y luz que fue diseñada para servir como un monumento al primer bicentenario de la independencia de México y que, luego de una serie de eventos, desde retrasos en la construcción, ajustes presupuestales, opacidad en el manejo de las finanzas y escándalos políticos que aún no terminan, se ha convertido en el muro de lamentaciones y de demostraciones políticas y sociales de distinto color y propósito de todo tipo, menos para los que fue edificada.

 

Cualquier referencia a la Estela de Luz provoca antipatía y condena, pues de inmediato se la asocia con la corrupción. El entorno adverso nos impide ver que junto al monumento hay un espacio gratuito que nos brinda la oportunidad de conectarnos con el mundo tecnologizado, a través de la ciencia, los saberes y las expresiones artísticas.

 

estela

 

En 2012 el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (CONACULTA) se hizo cargo del conjunto arquitectónico que se halla justo debajo de la Estela de Luz y creó el Centro de Cultura Digital (CCD) como respuesta a la necesidad de un sitio público para la reflexión en colectivo.

 

Grace Quintanilla, directora del CCD desde su creación, resume así el proceso de recuperación: “Nos dimos cuenta que llenamos un hueco muy buscado por la gente, sobre todo por jóvenes que producen cultura utilizando arte, música, textos y animación, y que no hallaban dónde mostrar –siendo ellos mismos productores y consumidores– el valor social, cultural y económico de su obra”.

 

El CCD opera con tres plataformas: 1) Alfabetización digital, mediante talleres a todo público, incluso especiales, como los presos que están a punto de su liberación; 2) Apropiación digital, que promueve el uso responsable, crítico y creativo de la tecnología, y 3) Ciudadanía digital, que busca generar consensos para aprovechar más y mejor las redes sociales.

 

El caso del CCD no es el único en el que las artes o la ciencia se han beneficiado de la recuperación de espacios con turbios historiales. Por ejemplo, la sede de la Academia Mexicana de Ciencias (AMC) alguna vez fue la mansión que el general Arturo Durazo mandó construir en Tlalpan.

 

Tanto la Academia como el CCD son excelente muestra de “exorcismo” de espacios controvertidos para darles un uso digno, como el de impulsar la apropiación social de la cultura y el conocimiento.

 

Vale la pena considerar lo anterior pues, el próximo 2015 será el Año Mundial de la Luz, de modo que tanto la Estela de Luz como el Museo de la Luz, otro espacio que –en su momento– se vio envuelto en situaciones similares, serán referentes para que bajo su cobijo se desarrollen actividades sobre esta que es uno de los objetos más interesantes del estudio de la Física. Ojalá para entonces se hayan recuperado de la falta de transparencia todos los espacios y, por fin, se haga la luz.