México atraviesa por momentos difíciles, y la próxima elección será un referéndum de los dos proyectos de nación en disputa: el de la continuidad y la permanencia del statu quo y el de un cambio verdadero, con la transformación profunda de las instituciones.

 

En mis próximas colaboraciones escribiré, a manera de reflexión, sobre estos momentos que vive la nación, en lo que he denominado Cartas. Ésta es la primera.

 

 

Primera

En pocas etapas de mi vida pública se han encontrado en mí tantos sentimientos, como los que ahora experimento, digo y escribo.

 

He dedicado parte de mi vida a la actividad pública, y nunca he regateado ni un instante para atender mis responsabilidades en los distintos cargos que he desempeñado durante 40 años.

 

También en mi vida pública he hecho frente al poder, aunque tengo la capacidad de dialogar y conversar sin disminuir nuestro reclamo y nuestra demanda: dialogar sin abdicar y sin postrarse al poder público.

 

En días pasados definí mi posición política de mantenerme en Morena, y honraré mi palabra, porque hay una gran expectativa en el país por la alternancia política y por derrocar al statu quo, inalterable en las últimas décadas.

 

Rumbo a 2018, México vive un momento crucial de sueños, de esperanzas. Pero también subyace un desánimo anticipado y un “no van a permitir que AMLO llegue a la Presidencia”. Lo he escuchado en muchas partes y conversaciones.

 

Pero esto no es nuevo: en los últimos 20 años hemos enfrentado un ambiente hostil, de linchamiento mediático, de calumnias y de infamias que se reciclan cada elección.

 

El actual es el escenario más propicio para un cambio verdadero; es el punto de quiebre, en el que la ciudadanía no aguanta más este régimen de oprobio y desigualdad. Finalmente, han convergido el camino del hartazgo social con el de quien puede ponerle fin.

 

La ciudadanía es la que decide, es la propietaria de su destino y es la que provocará una sacudida al sistema político mexicano, por encima de los partidos y de los políticos tradicionales que conforman el estado de cosas.

 

El cambio que se aproxima no será espontáneo ni abrupto: se ha venido gestando desde hace años, y es resultado del esfuerzo y sacrificio de millones de compatriotas.

 

Tampoco se ha gestado en silencio, sino de manera ruidosa y exigente, porque no se puede seguir avalando el proyecto que nos gobierna: acumulación de la riqueza para unos y miseria para otros; exclusión de los más, generando una élite privilegiada y corrupción generalizada.

 

Han sido muchos años los que hemos dedicado a recorrer el territorio nacional, visitado municipios, ciudades y comunidades, y platicado con la gente. Hemos observado la energía social y, sin embargo, en las urnas nos han aplastado sin consideración ni respeto por la ley.

 

Pero este momento es diferente. El ánimo social ya no tiene la disposición para ser engañado, y menos para aceptar una imposición más.

 

Éstas son algunas razones por las que decidí quedarme en Morena; también por reconocimiento y convicción de que Andrés Manuel es el político mexicano que mejor conoce nuestro país; el que concentra más kilómetros de travesía y acumula más noches de ausencia de su familia y de su hogar. Pero también el de mayor autoridad moral.