El 24 de junio de 2016, las elecciones en Reino Unido marcaron un parteaguas en la relación de países de Europa en materia económica, política y jurídica principalmente.

 

Hasta ese momento, se tenían a 28 naciones con diferencias entre sí en su historia, cultura, población, geografía, modelo político y territorial entre repúblicas y monarquías, pero vinculadas justamente al compromiso económico, político y jurídico en el que existe una obligatoriedad de que sean gobiernos democráticos y de libre mercado, así como el reconocimiento de los derechos y libertades de los ciudadanos.

 

El Tratado de Lisboa incluyó por primera vez la posibilidad de que un Estado miembro abandone la Unión Europea. Para ello, Reino Unido notificó su intención al Consejo Europeo de su “salida” y actualmente trabajan, primero, en el plan de “salida” y después en la búsqueda de acuerdos en materia económica comercial, política y jurídica para lograr una nueva relación con la Unión.

 

En este contexto, Gran Bretaña reconoce un adeudo económico por su salida y, sin definir, deberá ser muy inferior a los 100 mil millones de euros propuestos por la UE.

 

La medición preliminar del PIB al segundo trimestre de este año presentó un alza de 0.3% a 1.7% anual, en línea con estimaciones de mercado, apoyado por el sector servicios. A pesar de que la expansión persiste, el registro anual es el más bajo desde el tercer trimestre de 2013.

 

Además, Reino Unido depende de las importaciones, pues es incapaz de producir los alimentos, las medicinas y los vehículos que necesita, la venta de automóviles ha caído 10% desde mediados de 2016, mientras que las deudas con tarjetas de crédito han aumentado 10%, los sueldos se incrementan a un nivel inferior que el de la inflación, esto significa una fuerte pérdida del salario real para millones de británicos y, finalmente, los grandes bancos están reforzando su presencia en Europa continental en detrimento del centro financiero que es Londres.

 

Ante esto, cada vez hay más presión para que el Gobierno británico convoque a un segundo referendo sobre el Brexit.

 

Los intereses de los países de la UE pudieran empezar a ver ventajas de la salida de Reino Unido y en la que su inclusión en el manejo de la salida podría darles ventajas económicas y políticas. Una de ellas podría ser el centro financiero, dado que Londres es el centro financiero de la Unión Europea; el que se convierta en sede obtendrá más recursos, mayores inversiones, impuestos y sobre todo una mayor influencia en los mercados.

 

El presidente Macron podría buscar que París se convierta en un centro financiero relevante, inclusive por arriba de Alemania.

 

Hasta ahora, los mercados bursátiles han minimizado este evento de salida del Reino Unido. Sin embargo, creemos que las negociaciones serán difíciles con intereses muy específicos entre los líderes como Francia y Alemania, por lo que conforme pasen los meses, el estatus del Brexit se irá incorporando en la aversión al riesgo.

 

caem