Conforme se ha ido apagando el escándalo provocado por el socavón que se abrió en el Paso Express, en Cuernavaca, parece que la calma vuelve al gabinete presidencial.

 

Y es que en Los Pinos se esperaba que, desde junio pasado, todos los secretarios de Estado se dedicaran a preparar la información que sería anexada al Quinto Informe de Gobierno del presidente Enrique Peña.

 

No había espacio, en ese escenario, para la distracción de recursos y tiempo, y menos para apagar el incendio social, sobre todo en redes, causado por la muerte de dos personas que cayeron en el famoso socavón.

 

Lo que no se sabe, porque las actitudes del Presidente no lo han dejado ver, es si ésta es una calma chicha, la que antecede a la tempestad, antes de que se originen cambios en la alineación del gabinete.

 

Dentro del propio equipo peñista hay quienes quieren brincar al Legislativo, sobre todo como senadores, en donde los lugares son muy pocos.

 

Por lo pronto, Peña inició la redacción de su informe, el quinto, que marcará el derrotero del cierre de su administración.

 

Antes, por supuesto, deberá pasar por la Asamblea Nacional de su partido, en la que se definirán reglas para la elección de su sucesor.

 

¿Cuál de los dos temas es el más importante?

 

 

El Instituto Nacional Electoral (INE) aclaró ayer que las cifras de rebase de tope de campaña determinadas en la sesión del pleno el lunes pasado “son preliminares’’, porque aún falta que los partidos políticos presenten pruebas a su favor.

 

O sea, que pese a haber reconocido que el candidato del PRI, Miguel Riquelme, rebasó con 7.86% el tope de 19.2 millones de pesos y el panista, Guillermo Anaya, con 4.56%, falta aún para que se declare concluido el proceso.

 

Eso será después de las vacaciones de los consejeros electorales.

 

Por cierto, una vez concluido el procedimiento, el asunto pasará al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF), que será finalmente el que determine si se anula o no la votación en Coahuila; el INE no tiene esa atribución, pero es el encargado de la fiscalización.

 

 

Al senador Miguel Barbosa le quedó el gusanito por las cámaras y los micrófonos.

 

El ex perredista y ahora morenista ofrece todos los lunes una conferencia de prensa en el Senado, y cuando no está en la CDMX, la conversación con los medios de comunicación es desde su natal Puebla, estado que aspira a gobernar.

 

La gran pregunta es ¿a quién representa Barbosa? Porque nadie pone en tela de juicio su calidad humana y su interés por los asuntos nacionales, pero eso de hablar a nombre de una bancada que no existe o de un grupo de dos, pues nomás como que suena a desperdicio de tiempo o tomada de pelo.

 

Pero de que es un buen tipo, ni duda cabe.

 

 

Depresión, en prisión, por corrupción, sin solución, vaya emoción, de un mocetón, que dejó un estado quebradón, sin lana para pensión; que lo encierren, pide la pública opinión.

 

Ya saben quién es, pero como no se puede poner su apellido, lo parodiamos.

 

 

caem