Dicen los “calderonistas” y algunos “chaqueteros” que el PAN está más unido que nunca; que tiene un histórico compromiso y una oportunidad inigualable de seguir construyendo “una patria ordenada y generosa desde la Presidencia de la República en 2018”. ¿Cómo lo hicieron en la “Docena Trágica panista”?, preguntan los observadores.

 

Para cumplir el sueño de regresar a Los Pinos, aquéllos le piden a su líder Ricardo Anaya que saque las manos y las patas del proceso adelantado para la sucesión presidencial en ese organismo político, y que no se gaste la lana del partido en beneficio de su proyecto personal.

 

Le recuerdan que la responsabilidad de dirigir a Acción Nacional es absolutamente incompatible con la pretensión de construir un proyecto político como aspirante a la Presidencia de la República, porque quien debiera fungir como armonizador y árbitro de aspiraciones se convierte en factor de tensión, inequidad y de abuso de poder.

 

Le piden a Ricardito y su “troupe” que tutelen con eficacia la unidad del partido; garanticen imparcialidad, claridad y piso parejo para la gesta épica que viene y que actúen con ética. “La unidad del PAN es vital para el país, la dirigencia de @ricardoanayac está poniendo en riesgo esa unidad”, tuiteó el ex presidente Felipe Calderón.

 

Los perplejos cuestionan: ¿con qué calidad moral los “calderonistas” piden piso parejo, sacar las manos y las patas del proceso; hablar de unidad, de armonía, de honestidad, de principios…, cuando el entonces presidente Felipe Calderón actuó en su proceso sucesorio con parcialidad y sin ética; desunió a su partido, abusó del poder y trató de imponer a su candidato presidencial en 2012?

 

La “flaca”… memoria le impide a Calderón acordarse de su propia sucesión, por lo que se la vamos a recordar. Primera estación. Control del PAN:

 

El 8 de diciembre de 2007 tomó posesión como presidente del CEN del PAN, Germán Martínez Cázares, quien fuera secretario de la Función Pública solamente un año, desde el principio del sexenio de su amigo y paisano michoacano, Felipe Calderón Hinojosa. Para lograr el forzado relevo en el partido, el entonces presidente de la República echó de la dirigencia —sin permitir que cumpliera el fin de su gestión— a Manuel Espino Barrientos, aliado de Vicente Fox, y tomó los controles de la estructura panista con miras a las elecciones intermedias de 2009 y, sobre todo, con el propósito de preparar adecuadamente su propia sucesión para el año 2012, mediante la designación del candidato presidencial del PAN.

 

El domingo 5 de julio de 2009, las elecciones intermedias para renovar la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión fueron un desastre para el presidente Calderón. El dirigente panista Germán Martínez Cázares montó la campaña de su partido en la acusación a los gobernadores priistas de ser cómplices del narcotráfico y de la delincuencia organizada, pero, sin exhibir pruebas que confirmaran sus dichos, el dirigente del PAN sufrió una aplastante derrota electoral que lo obligó a renunciar al día siguiente de los comicios. Un mes después, el 8 de agosto de 2009, Felipe Calderón impuso, como presidente interino del PAN, a otro de sus amigos cercanos e incondicionales, el también michoacano César Nava Vázquez. Y después puso a Gustavo Madero, Maderito al frente del partido, pero éste le salió “respondón”.

 

Ahora, Felipe Calderón quiere, “one more time”, controlar nuevamente al PAN para tratar de imponer, nuevamente, a su candidato en la presidencial de 2018, con el riesgo de volver a “regarla”.