Más allá de su talento y experiencia, de su conocimiento y liderazgo, la Comisión de Arbitraje puede estar segura de algo: con Arturo Brizio al frente, está garantizado lo que más urgente resultaba; es decir, autonomía.

 

Si alguien duda de ello, es porque en definitiva no conoce a esta leyenda del arbitraje mexicano –escrito lo anterior por quien, como un servidor, tuvo el privilegio de trabajar y convivir con Brizio durante muchos años.

 

Firme y convincente, seguro a cada paso que da y muy difícil de influenciar (ya no decir, de controlar o mangonear), Arturo es el mejor silbante que nuestro futbol contemporáneo ha tenido. Sabía imponerse y hacerse respetar, sabía juzgar viendo e intuyendo, sabía aplicar el reglamento (sin conocerlo tan impecablemente como su hermano Eduardo) y llevar al partido al área que más conviene al aficionado: la del juego.

 

Sus retos son inmensos, con un arbitraje mundial experimentando una crisis sin precedentes; por la velocidad del partido, por la cantidad de cámaras y tecnologías que desnudan toda acción, por la creciente especialización del futbolista en fingir o mentir, por la polarización de cuanto rodea al deporte (reflejo de la polarización de cuanto rodea a todo acto), por el sospechosismo intrínseco ya a cada rutina, por el desvanecido respeto a la autoridad.

 

Como el de todo confín, el arbitraje mexicano padece de los males arriba enlistados. A ello se debe añadir otra crisis insertada en la ya planteada: en ese conflicto cayeron Edgardo Codesal y Héctor González Iñárritu, en ese conflicto se dio el absurdo de las pírricas suspensiones a Pablo Aguilar y Enrique Triverio, en ese conflicto llegó la huelga, en ese conflicto llevamos atorados un buen rato con decisiones fallidas en las últimas liguillas, en ese conflicto ha habido resistencia de los silbantes a entrenar lo mismo que de la federación a hacerlos respetar.

 

Brizio Carter tendrá que mejorar la instrucción, la capacitación, la orientación, pero seguramente comenzará por un golpe que en automático fortalecerá su proyecto: la mencionada autonomía. Imposible que las comisiones de un organismo sean eficaces si no disponen de poder y viven supeditadas a esos terceros sobre los cuales han de impartir justicia.

 

Una decisión tan obvia que debemos preguntarnos como es que hasta ahora, y no muchísimo antes, sucedió.

 

Si se le ofreció el puesto es porque la federación entendió que ya no existía manera de continuar por el mismo sendero. El éxito de Arturo Brizio será también el del futbol mexicano.
Twitter/albertolati

 

aarl

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