Las autoridades alemanes identificaron a Anis Amri, el supuesto joven tunecino que atentó el pasado 19 de diciembre contra un mercado navideño de Berlín, como una amenaza en febrero de 2016 pero decidieron que era improbable que atacara.

 

Informes de Inteligencia recibidos en esa fecha indicaban que Amri había estado en contacto con supuestos miembros de Estado Islámico y que se ofreció para ejecutar un atentado suicida, de acuerdo con el diario alemán Sueddeutsche Zeitung.

 

Amri, conforme a un reportaje elaborado conjuntamente por el diario alemán y las cadenas NDR y WDR a partir de documentos de seguridad, incluso quería comprar armas para atentar en Alemania y buscaba cómplices para ello. Pese a todo ello, las autoridades alemanas determinaron que no suponía una amenaza tan real como para actuar en el ámbito procesal y se limitaron a ordenar su deportación a Túnez, de donde salió en 2011 hacia la isla italiana de Lampedusa.
Y en Turquía…

 

 

La continuó con la frenética búsqueda del responsable de la masacre en el club Reina de Estambul, al parecer un ciudadano kirguís que en el pasado podría haber luchado con el grupo Estado Islámico en Siria.

 

 

De acuerdo con el diario turco Hürriyet, el sospechoso llegó a Turquía desde Kirguizistán en noviembre de 2016 y se instaló con su mujer y dos hijos en la ciudad de Konya, en el centro de Turquía, junto a otras tres familias extranjeras.

 

Desde allí habría viajado solo a Estambul a finales de diciembre para perpetrar el ataque en el club Reina. Tras la masacre, el supuesto autor de los hechos subió a un taxi y se bajó a los pocos kilómetros argumentando que no tenía dinero.

 

Según la declaración del taxista, el sospechoso hablaba bien turco y le pidió su teléfono para hacer una llamada que la policía pudo rastrear.

 

Esta pista llevó a los agentes hasta los barrios de Zeytinburnu y Basaksehir, en la parte europea de Estambul, donde anoche llevaron a cabo una amplia operación policial.

 

Se registraron ocho viviendas y se procedió a la detención de varias personas de Uzbekistán y Kirguizistán, presuntamente relacionadas con el ataque y con el EI, que ha reivindicado esta acción en un comunicado.

 

A raíz de la aparición de las fotografías del sospechoso, vecinos de Konya dijeron a la policía que el atacante vivía allí. Las fuerzas de seguridad detuvieron a su mujer, quien alegó que se enteró del atentado por la televisión y aseguró que desconocía que su marido fuera simpatizante del EI, señala el periódico Cumhuriyet.