Los barrios vecindarios de mayoría de habitantes latinos que no hablan inglés presentan los índices de aire más tóxicos del país, según un nuevo estudio de la Universidad Estatal de Washington (WSU).

 

La investigación “Raza, privación y aislamiento de inmigrantes” encontró que la mayoría de los sectores con aire más contaminado están en California, aunque también se encuentran en las áreas metropolitanas de Seattle y Portland así como en otros puntos en el noreste del país.

 

“Los vecindarios integrados por personas no blancas, económicamente desfavorecidas, que no tienen el inglés como su lengua materna y son extranjeros son los más vulnerables para estar cerca de estas emisiones tóxicas de aire”, declaró a Efe el doctor Raoul Liévanos, autor de la investigación.

 

“Este es particularmente el caso de los inmigrantes latinos“, destacó el investigador hispano, profesor asistente del Departamento de Sociología de WSU, quien resaltó también que la habilidad lingüística y el estatus de inmigración de sus residentes son dos de los predictores más efectivos para determinar si un vecindario está cercano a un centro de contaminación de aire.

 

El estudio publicado en la revista Investigación de Ciencia Social de noviembre, demostró que los vecindarios de inmigrantes pobres que no dominan el inglés son tres veces más propensos a estar localizados cerca de fuentes de contaminación de aire.

 

En su experiencia médica y activista la pediatra Elisa Nicholas entiende muy bien los peligros de vivir cerca de focos contaminantes del aire especialmente para los niños.

 

La experta insistió en que aunque los médicos saben lo que pasa en su consultorio, las mamás conocen el medio ambiente del hogar y los distritos escolares conocen el de las escuelas, por ello hay que unificar esas experiencias para prevenir afecciones como el asma.

 

“Tenemos que ponernos todos en la misma página y ayudar a que cada grupo entienda la naturaleza multidimensional del asma infantil, su prevención y su tratamiento”, declaró a Efe Nicholas, fundadora y directora de proyectos de la Alianza de Long Beach para Niños con Asma (LBACA).

 

Fábricas, refinerías y plantas de energía

 

Por su experiencia en el trato con hispanos de bajos recursos en esta ciudad costera del sur de Los Ángeles, la pediatra coincide en que las comunidades más pobres con frecuencia viven más cerca de centros de contaminación del aire.

 

Algunos de estas fuentes de origen humano señaladas en la Investigación de Liévanos son fábricas, refinerías y plantas de energía.

 

LBACA también incluye las autopistas, especialmente congestionadas en el sur de California, los patios de carga de los ferrocarriles y los puertos, así como el caso específico de una planta de reciclaje de baterías cerca de Los Ángeles.

 

Para su investigación, Liévanos utilizó “un análisis estadístico del estatus racial, socioeconómico y de inmigración de 2,000 vecindarios y su proximidad a focos tóxicos”, según señaló en el resumen de su estudio.

 

El análisis incluyó mapas del país donde se detallan los grupos de contaminación y su cercanía a las áreas residenciales, denunciando que en Estados Unidos 36 millones de personas viven a tres millas o menos de una planta industrial afectados por las emisiones tóxicas de sus calderas.

 

Una encuesta presentada el 18 de agosto por las organizaciones Earth Justice y Green Latinos encontró que el 85 % de los votantes latinos considera que reducir la niebla de humo y la polución del aire deben ser temas de importancia para el trabajo del presidente y el Congreso.

 

“Los latinos están diciendo claramente y en voz alta que el tiempo para actuar es ahora”, aseguró Lisa García, vicepresidente de Litigio y Comunidades Saludables de Earth Justice.

 

A su vez, la Alianza para la Justicia Global de Base (GGJ) ha reclamado acciones adecuadas y soluciones efectivas para proteger a las comunidades más vulnerables.

 

En una petición dirigida al Gobierno, CGJ advirtió que “las acciones inadecuadas y las soluciones falsas” tendrán consecuencias graves para la población, especialmente “de la clase trabajadora, las comunidades de color, los indígenas y los marginados”.

 

Liévanos anotó que algunos pequeños cambios actuales podrían significar importantes avances en la protección de las comunidades menos favorecidas.

 

“Hay una gran cantidad de pequeños pasos que podemos dar y que posiblemente pudieran tener un impacto grande en la salud y seguridad de estas comunidades, en adición a otras tareas mucho más grandes”, concluyó.