Desde el 22 de marzo cuando el banco central publicó la minuta de la reunión en la que la Junta de Gobierno decidió disminuir a 4% la tasa de interés interbancaria a un día, se abrió la rendija a la posibilidad de un nuevo recorte de la tasa de interés.

 

En el escueto comunicado de política monetaria del 8 de marzo la Junta de Gobierno hizo énfasis en todo lo contrario, en que la medida de reducir la tasa en 50 puntos base “no representa el inicio de un ciclo de bajas al objetivo de la Tasa de Interés Interbancaria de referencia”. Y la posterior minuta agregó a lo anterior: “Sino un ajuste de una vez por todas en la misma”.

 

La explicación puntual que se dio en el comunicado sobre las razones por las que la Junta de Gobierno tomó la medida, apuntaron a que la baja en tasas era eso: un ajuste de una vez por todas. Y con esta contundencia, el banco central intentó atajar las especulaciones en el mercado sobre nuevos recortes.

 

Sin embargo, la redacción amplia de la minuta de esa reunión -que se publicó 14 días después- sí dejó una sutil rendija para una nueva caída en tasas. Esto lo consignamos en este espacio el pasado 26 de marzo (“La tasa puede seguir cayendo”). Allí recogimos textualmente este párrafo de la minuta: “La mayoría aclaró que si bien la reducción de la tasa de referencia sería de una sola vez, en todo momento se evaluará la postura monetaria más adecuada conel entorno económico”. En el lenguaje del banco central eso significa que en la Junta de Gobierno no se cierra la posibilidad de que vuelva a decidir una reducción en la tasa de interés.

 

Pues bien, cinco semanas después el gobernador del Banco de México, Agustín Carstens, confirmó que efectivamente la baja de 50 puntos base del 8 de marzo no fue un “ajuste de una vez por todas” de la tasa de referencia, sino que está abierta una “sutil rendija” para una nueva caída de las tasas, esta vez quizá hacia 3.75%.

 

Al hablar sobre la expectativa de una inflación menor a 4% para la segunda mitad del año, Carstens dijo: “Entonces quizá una vez que ya estemos en esa circunstancia, haya la posibilidad de considerar un movimiento adicional (de la tasa de referencia)”.

 

Esta declaración de abrir la rendija a una baja en la tasa de interés, está íntimamente ligada a su reciente advertencia, durante la reunión de los banqueros, sobre los riesgos que implica la entrada de capitales financieros al país. Y uno de esos riesgos tiene que ver con el fortalecimiento del peso frente al dólar y su impacto en las exportaciones, que es el motor del frágil crecimiento económico actual.

 

Por eso el gobierno federal aplaudió la medida de la Junta de Gobierno del banco central que encabeza Agustín Carstens, y aplaudirá un nuevo recorte a las tasas en el futuro cercano.

 

Y si bien los analistas económicos aún no contemplan una medida así por buenas razones técnicas, sus jefes -los banqueros- saben que esa medida ya se cocina en el horno de la Junta de Gobierno. Quizá la cercanía que comienza a percibirse entre el gobernador y el nuevo gobierno de Enrique Peña Nieto, vía Luis Videgaray, explique en buena media esa intención.

 

De ser así, habrá que prestar atención porque sería riesgoso que una institución autónoma como el banco central adoptara medidas monetarias para complacer al gobierno federal. Ese final ya lo conocemos bien.

 

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