Mi anterior domicilio era en uno de los barrios de Coyoacán, al sur de Miguel Ángel de Quevedo, el Barrio del Niño Jesús. Una de las razones por las que dejé la zona era por las dificultades para salir de allí, en cualquier modo de transporte. Coyoacán, en general, es como si fuera una ciudad amurallada, el número de salidas está acotado y en ciertos momentos del día es un suplicio salir de allí.

 

Con este escenario, recién abrió la Plaza Oasis, con 114 negocios, según su página de internet. El caos que ha generado esta plaza ha detonado notas en múltiples medios de comunicación. ¿Qué no sabían que la plaza era más grande que lo que podía gestionar la Avenida Miguel Ángel de Quevedo y su cruce más aledaño, Avenida Universidad?

 

Nos hemos enterado que una de las “soluciones” es ¡Quitar la Glorieta de los Coyotes! o ¡Construir un paso a desnivel! para aliviar los problemas causados por Oasis. La ciudad entendida al revés. Ya puedo hacer un centro comercial en el Callejón del Aguacate, que la ciudad tiene que resolver el problema del desarrollador, la ciudad se debe poner a sus pies y no éste subordinarse a las condiciones de la ciudad.

 

Oasis está al lado de una estación del metro, pero por supuesto no le pusieron puerta dando la cara a los usuarios del transporte público, para qué, esos no los quieren como cliente, han de pensar que apestan. Es ridículo que siga pasando esto en nuestra ciudad.

 

En torno al Metro Miguel Ángel de Quevedo hay una media docena de rutas de transporte público que por décadas han provocado congestión vehicular, provocado accidentes, dificultado el paso peatonal. ¿No podría la autoridad haber impuesto, como medida de mitigación, que los desarrolladores de la Plaza Oasis construyeran andenes de transporte público dentro de sus instalaciones? Pues no, la medida de mitigación fue ¡un paso a desnivel!

 

No es la primera vez que a partir de un desarrollo particular se construyen pasos a desnivel para mantener el “nivel de servicio” de las vías aledañas. Antara construyó un paso inferior en Ejército Nacional y Moliere; Plaza Carso, en Ferrocarril de Cuernavaca. ¿Esos pasos a desnivel estaban en planes de la ciudad? No, son estrategias improvisadas en los que la ciudad se subordina a un desarrollador.

 

Recién fue retirado un tramo de la ciclovía de Gandhi, para sorpresa de muchos ciclistas. Cuando se investigó qué había pasado, resulta que la Torre Bancomer tenía esta acción como medida de mitigación. Otro absurdo.

 

Llevamos año y medio de discurso oficial respecto a una “Ley de Movilidad” que supuestamente representa un “cambio de paradigma”; sin embargo, nuestras autoridades de la Secretaría de Desarrollo Urbano y Vivienda y de la Secretaría de Movilidad aún no se dan cuenta que ambas materias, desarrollo urbano y movilidad, no hablan, están sujetas a una tramitología que no corresponde a las necesidades de la urbe.

 

Oasis, con las dimensiones que posee, no debió haber sido construida en ese espacio, no hay más; o en todo caso, se le debió haber exigido una vinculación con el transporte público. Es inaceptable que a partir de las necesidades de un desarrollador, y por su abominable discriminación a los usuarios del transporte público, a los que dio la espalda, ahora tengamos que aceptar un paso a desnivel en ese sitio o que sea retirada la Glorieta de los Coyotes.

 

Es urgente que la Semovi y la Seduvi se den cuenta que sus trámites nos llevan a absurdos, y también es imprescindible que el Consejo para el Desarrollo Urbano Sustentable, Conduse, que está revisando el Programa General de Desarrollo Urbano, establezca medidas que subordinen este tipo de centros comerciales a las características de la zona, y los obliguen a vincularse con el transporte público.