El 2 de enero, por la tarde, ocurrió un hecho por demás curioso: Arne Aus den Ruthen fue remitido al Ministerio Público por colocar propaganda no comercial en la fachada de una casa, con el consentimiento del propietario. La propaganda consistía en un gran letrero que dice “El Independiente” y una referencia a la recolección de firmas necesaria para ser registrado como candidato a un cargo de elección. El hecho resume muy bien las condiciones que enfrentan las candidaturas independientes.

 

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Aus den Ruthen aspira a ser candidato a la delegación Miguel Hidalgo. Él ya fue delegado de 2000 a 2003, postulado por el PAN y renunció a este partido en 2011. Una vez que dejó la Jefatura Delegacional se dedicó a un negocio familiar, un laboratorio farmacéutico, y posteriormente al cultivo de productos orgánicos. Si algún independiente tiene posibilidades es él: es conocido, ya ocupó el cargo, tiene cómo mantenerse económicamente y ha estudiado las candidaturas independientes y las estrategias legales.

 

El reto de quien aspira a ser candidato independiente en el Distrito Federal es recolectar 2% de las firmas del padrón, con copia de la credencial de elector, distribuidas en 35% de las secciones electorales, en tan sólo 31 días. En el caso de la delegación Miguel Hidalgo esto significa seis mil 35 firmas. En Iztapalapa, serían como 30 mil firmas. 200 firmas diarias para Miguel Hidalgo, mil para Iztapalapa.

 

De obtener el registro como candidatos, los independientes enfrentarán un aparato de partido y de Estado: pensemos en un diputado federal que quiere ser diputado local; en un diputado local que quiere ser delegado. Su equipo está orientado a posicionar un nombre durante tres años, a conseguir apoyos para los “operadores” territoriales, a brindar servicios de “enlace legislativo” que son la construcción de una estructura electoral contra la que se enfrentarán los independientes.

 

Por lo tanto, la recolección de firmas de los independientes es el único acto no proselitista de posicionamiento de su imagen, mientras que su principal rival lleva tres años de ventaja en esta materia. En la delegación Miguel Hidalgo, decenas de bardas anuncian el nombre, cuenta de twitter y teléfono celular del delegado y de algunos de sus colaboradores, lo que claramente busca posicionarlos para la elección de 2015.

 

Cuando Arne Aus den Ruthen llega a un espacio público a recolectar firmas coloca una gran lona que dice “El Independiente”, su nombre y su fotografía. No es un acto de campaña. Pide firmas, no propone, no pide el voto. Se enmarca dentro de los límites legales. Su detención el 2 de enero ocurrió a capricho de unos policías que probablemente sólo lo querían extorsionar. Un par de horas después estaba libre. Estrictamente le hicieron un favor, más gente se enteró de su candidatura y logró algunas notas en prensa. Sin embargo, el hecho retrata muy bien la debilidad de esta figura y la vulnerabilidad de quienes aspiran a cargos de manera independiente.

 

A nivel federal los candidatos tendrán dos meses para recolectar firmas, también el 2%, y el reto se percibe tan difícil que sólo hay 52 aspirantes aceptados por el INE para 300 distritos, de los cuales muy pocos lograrán las firmas respectivas. En México se abrieron las candidaturas independientes nomás para cumplir con mandatos internacionales, pero con un claro rechazo de los partidos y los políticos tradicionales a esta figura.