La entrevista que hizo Sean Penn a Joaquín “El Chapo” Guzmán me impactó mucho más que la detención misma. No me refiero al contenido de la entrevista en sí, sino que podría estar desmoronando la heroicidad de las instituciones para la re aprehensión.

 

La primera duda que surge en medio de la noticia del encuentro entre Penn y el Chapo es ¿Qué detonó la detención, la inteligencia para localizarlo o la inminente publicación de la revista Rolling Stones? Tal vez la detención no fue un montaje y la historia oficial tiene cierta congruencia: fueron los trabajos de inteligencia los que llevaron a su re captura, incluido el seguimiento a Penn y a Kate del Castillo.

 

Respecto a la fuga del año pasado, está la muerte sospechosa de Sigifredo Nájera, vecino de celda del Chapo; la complicidad que representó la construcción del túnel por el que escapó; que los directivos del Centro de Investigaciones sobre Seguridad Nacional no fueran investigados por la fuga, entre otras muchas dudas.

 

Necesitamos un estado fuerte y la construcción de un estado de derecho. ¿Realmente está ocurriendo? Lo que se percibe es un Estado que improvisa a partir de las realidades que se encuentra. La fuga es improvisación, la simultaneidad de la más reciente captura con la publicación de Rolling Stones podría también serlo, a fin de cuentas el Chapo estuvo muy cerca de escapar.

 

Todos los personajes de esta historia estaban concientes del rol que estaban jugando: Sean Penn y Kate del Castillo representan la apología de una leyenda criminal, a cambio quizá de un proyecto exitoso; el Chapo Guzmán siempre supo que lo volverían a detener y se dedicó a sus decisiones finales, incluyendo su inmortalidad a través de una película; las autoridades pudieron debatirse a su vez entre la estabilidad que representa negociar sólo con un cártel poderoso que mantenga la paz regional, y detener al narcotraficante más buscado.

 

Al final de la historia nos mantenemos en un Estado dubitativo, que mantiene sus asegunes en la aplicación del estado de derecho y en la negociación de un estado “flexible”. Este estado es profundamente corrupto, pero a su vez cuida bien los cimientos de su estructura de poder.

 

La detención del Chapo Guzmán frena la corrosión del Estado, pero las dudas que siempre aparecen en todas las historias, como el que Sean Penn y Kate del Castillo llegaran al Chapo, antes que la Procuraduría General de la República, abonan al deterioro.

 

No es fácil, pero sí necesaria, la reconstrucción del estado mexicano. ¿Por qué aparece la Marina en operaciones de montaña? Porque estrictamente el Ejército Mexicano ya no es de fiar. Eso también es espejo de la descomposición del Estado Mexicano.

 

Las noticias son siempre contradictorias. La captura del Chapo es un ejemplo relevante, pero en realidad aplica en cualquier tema. Las instituciones todavía se mueven por el buen o mal humor del jefe respectivo o, lo que es peor, los intereses políticos y económicos que representa.

 

Estas dudas que comento son perfectamente congruentes con el editorial de The New York Times que molestó recién al gobierno de Enrique Peña Nieto: “parece bastante probable que (Peña) será recordado más como un jefe de gobierno que evitó rendir cuentas que como el líder transformador que muchos mexicanos creyeron haber elegido”.

 

Bien por la re aprehensión del Chapo, pero ni en el mejor de los escenarios nos ubica en el mismo nivel de confianza que le teníamos al Estado Mexicano el día anterior a la segunda fuga, que ya de por sí era bajo.