Cuando los acontecimientos se repiten cíclicamente, sus consecuencias son relativamente predecibles y nada negativo puede considerarse “atípico”, así como nada variará si no hacemos algo para que cambie. Sismos, incendios forestales, inundaciones, accidentes de tránsito, caídas de la bolsa de valores o matanzas de civiles tienen en la historia nacional un comportamiento estadístico y se repetirán a lo largo del tiempo a no ser que se haga algo distinto que cambie la historia.

 

Uno podría pensar que la Bolsa Mexicana de Valores o el dólar varían por fenómenos meramente especulativos o por noticias cotidianas, pero a lo largo del tiempo hay épocas con una tendencia al alza y otras a la baja. Ciertos factores cambian la línea tendencial, como por ejemplo el hecho de que México está por alcanzar dos décadas con la libre flotación de la moneda.

 

Los sismos pueden llegar a tener una predicción muy alta: todos los días se generan miles de registros sobre la actividad sísmica en el país y en el mundo. Los sismos más grandes ocurren pocas veces, pero tarde o temprano ocurren, y sus epicentros tienden a coincidir. Con estos registros podemos saber cuáles son las ventanas de tiempo en las que habrá sismos leves, medianos o mayores. Mientras más intensos, menor precisión habrá en las fechas, pero al fin y al cabo habrá una cantidad esperada y esperable de temblores intensos a lo largo de 10, 20, 50 o 100 años.

 

Respecto a los huracanes, independientemente de que esto se ha agravado por el cambio climático, por décadas las localidades cercanas a cuerpos de agua han sido afectadas por inundaciones, desbordamientos y lluvias torrenciales. El argumento de lluvias atípicas o la coincidencia con la luna llena es por demás superficial, porque en el fondo, tarde o temprano, las ciudades que ya se han inundado se volverán a inundar a no ser que algo haya cambiado de manera significativa en la forma de contener el agua.

 

Desde que la revolución terminó, las matanzas de civiles han estado presentes en la historia. Muchas han ocurrido en zonas rurales, donde hasta hace unos años era casi imposible documentar las tragedias. El hecho de que la policía de Iguala secuestre y asesine a estudiantes, o que el Ejército Mexicano ejecute a delincuentes sin juzgarlos es muy grave, pero quizá nada ha cambiado en el tiempo, salvo que ahora es imposible ocultar los hechos por la fuerte presencia de las redes sociales y la apertura de los medios electrónicos.

 

¿Podemos cambiar la historia, podemos pensar que en la próxima década no hablaremos de tlaltelolcos, santotomases, acteales, sanfernandos, tlatlayas o ayotzinapas? Algo tiene que cambiar. Las marchas del 2 de octubre se realizan cada año para recordar una masacre de estudiantes que no debió ocurrir, pero la matanza de Acteal no debió ocurrir como tampoco la de Ayotzinapa, ni ninguna otra.

 

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México es un país más democrático desde 1968, sin duda, hemos avanzado en instituciones y pareciera que, al menos en las ciudades, no ocurrirán estas matanzas, pero en algunas siguen ocurriendo homicidios selectivos por motivos políticos, desaparición y muerte de periodistas y activistas. ¿Somos o no somos una democracia? Me parece que somos una democracia que no ha generado suficientes instituciones para mantenerse al margen de héroes o tiranos.

 

Sé que no podemos evitar los huracanes, pero sí la inundación de las ciudades afectadas. No podemos evitar los terremotos, pero sí limitar las pérdidas humanas y materiales. No podemos olvidar los incendios forestales, pero sí quedarnos sólo con aquellos creados por la naturaleza y reducir su duración y sus daños.

 

Necesitamos propiciar la participación ciudadana, la formación de organizaciones sociales, asociaciones civiles, vecinales, ecologistas, estudiantiles, entre otras. La única forma de que en la democracia nos blindemos de los esfuerzos tiránicos es con instituciones sociales, algo a lo que los gobiernos estatales rehúyen. Los estados con mayor vulnerabilidad democrática son justamente aquellos que se han dedicado a combatir la militancia social. Los gobiernos represores no se dan cuenta de que ellos son los que excavan su propia tumba.
FRASE

 

Necesitamos propiciar la participación ciudadana, la formación de organizaciones sociales, asociaciones civiles, vecinales, ecologistas, estudiantiles, entre otras. La única forma de que en la democracia nos blindemos de los esfuerzos tiránicos es con instituciones sociales, algo a lo que los gobiernos estatales rehúyen