Días antes de su Segundo Informe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera puso en operación un “corredor” de transporte. Para su mensaje a la Asamblea Legislativa lo presumió como “un nuevo esquema de autobuses de alta tecnología”. Cualquiera que vea los autobuses (motor delantero, suspensión de vehículo de carga, sin posibilidad de recibir silla de ruedas) sabrá que no hay ninguna “alta tecnología”.

 

Tomo este ejemplo como referencia porque leo el Segundo Informe del jefe de Gobierno del Distrito Federal como un parteaguas en su administración. El segundo año de gobierno fue desastroso en términos de relación gobernante-gobernado, pero el fin de esta triste historia quedó sellado al inicio del mensaje: “Tengo claro que muchas de estas decisiones también han sido políticamente costosas”, refiriéndose al cierre parcial de la Línea 12 del Metro y al reforzamiento del Hoy No Circula los sábados. Las élites políticas aceptaron sin chistar la afirmación.

 

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El apoyo del PRI a la administración de Mancera es innegable: les está preparando la entrega del gobierno de la ciudad en 2018 y además les neutralizó a uno de los políticos que más les preocupaba, Marcelo Ebrard. Son agradecidos, y no se percibe en ellos ningún atisbo de crítica, y tampoco esperaría algo distinto.

 

Los mensajes del PRD también fueron de apoyo al jefe de Gobierno. Tanto en el posicionamiento de partido como en la respuesta al Informe, se percibió un respaldo total y además la defensa de un proyecto de izquierda que de momento no se ve por ningún lado, salvo por el cambio de nombre a los programas sociales que instrumentaron los predecesores de Mancera. Se preparan para las elecciones y no podrían haber dicho algo distinto.

 

El PAN, en su posicionamiento de partido, sí tuvo un enfoque crítico, pero en las entrevistas, su dirigente local, Mauricio Tabe, se refirió al pago que Mancera hace por “platos rotos” de pasadas administraciones. Reviso la postura y me pregunto qué gana el PAN con defender a un jefe de Gobierno sin resultados en sus primeros dos años de gestión. A diferencia del PRI y el PRD, la respuesta no es electoral, es simplemente estratégica.

 

Hace seis o 12 años había más obra pública en la ciudad que en este momento. Más allá de temas como Línea 12 del Metro o el Hoy No Circula, su gobierno refleja que las secretarías no coordinan, se anuncian programas que no se ejecutan ni avanzan, el discurso no coincide con la práctica.

 

¿A quién conviene un rechazo al gobierno de Mancera? Hace dos meses vimos encuestas que reflejaban un creciente nivel de desaprobación de su gestión junto con la caída del PRD en las preferencias del electorado. Como escenario temporal no es grave, malo que se mantenga: la izquierda revelándose contra su funcionario más importante y el PRI viendo ahogarse a su mejor gestor. Lo lógico sería una alianza del PAN con el ebrardismo ¿por qué no la estamos viendo?

 

Ebrard no fue el mejor alcalde del mundo, como alguna vez se dijo, pero a la postre se verá que su gestión fue bastante buena para la ciudad. La mancha, sin duda, Línea 12, donde de nuevo no hay el más mínimo asomo de crítica, nadie se pregunta por qué si es la peor línea del Metro desde la última glaciación nos anuncian su ampliación antes que su reapertura.

 

Ignoro cómo fue pactado el apoyo de las principales fuerzas políticas a Mancera, pero es un acierto, no necesariamente atribuible a su beneficiario. La imagen ahora luce renovada, carteles en color rosa mexicano y negro destacan para bien. Habrá cambios en su gabinete en pocos días, hasta se incorporaría una secretaria panista. Uno aprende de los errores, claro está.

 

¿Qué tanto mejorará su gobierno por este aprendizaje y qué tanto por amarres en la élite política? Quisiera que como se orquestó esta defensa de su gobierno por las principales fuerzas políticas, se orquestara el unísono de sus colaboradores más cercanos. Allí estará la respuesta a mi pregunta.