Bolivia vive un buen momento. La economía y la política están estables. El Producto Interno Bruto lleva varios años creciendo entre 4 y 5% por año. Esto permitió que el 12 de octubre, Evo Morales lograra la reelección para un tercer periodo, todavía por un amplio margen, pero ya sin alcanzar las dos terceras partes del Poder Legislativo, necesarias para modificar la constitución sin una alianza.

 

No hablaré de Bolivia, sino de La Paz, una de las dos capitales de este país, y sede de los Poderes Ejecutivo, Legislativo y Electoral. La Paz es una ciudad de 765 mil habitantes y perteneciente a una zona metropolitana del mismo nombre, con 2.75 millones de personas. Su alcalde es Luis Revilla, quien estuvo de visita en México la semana pasada, con motivo del Congreso Internacional de Transporte Sustentable, y tuve la oportunidad de ser su anfitrión en mi calidad de Director General de Ciudad Humana México.

 

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Hay tres programas de La Paz que han estado resonando de manera importante a nivel internacional: la construcción de una red de teleféricos, pronto la más grande del mundo para servicio de transporte público; la transformación de su sistema de transporte, el Puma Katari, y el cambio de cultura ciudadana a través de las “Cebras por La Paz”.

 

Hace algunos años, en Bogotá, se hizo famoso un programa de transformación de la cultura ciudadana instrumentado por Antanas Mockus, que consistía en la participación de mimos para ejemplificar y corregir actitudes de todos los ciudadanos. Una Bogotá que vivía en deterioro se transformó y pasó a procesos de auge a partir de la formación de una “cultura ciudadana”.

 

Varios políticos y organizaciones de América Latina han intentado usar a los mimos en sus ciudades para corregir actitudes, pero todos estos programas han tenido una presencia limitada al no lograr reproducir los elementos que conformaron el programa bogotano.

 

Cebras por La Paz es una nueva versión de los Mimos de Mockus, que a la vez adquiere componentes sociales innovadores y se convierte en un gran éxito por medio de la incorporación de un elemento social. Los mimos de Bogotá eran contratados sin ningún perfil en particular; las Cebras de La Paz son personas en extrema pobreza que solían vivir en la calle, y ahora son asalariados.

 

Cebras por La Paz consiste en que personas disfrazadas de cebra llaman la atención a personas que transitan por las calles, corrigiendo actitudes que mejoran de manera sustantiva su comportamiento e interacción, y a su vez integra a las personas que viven en las calles con el resto de la sociedad.

 

En ciudades del mismo tamaño, o mayores, como México, Guadalajara, Monterrey, Puebla, Toluca, entre otras, la convivencia puede llegar a ser muy difícil y las actitudes de interrelación se deterioran día con día. Los programas de cultura ciudadana, como el de Mockus en Bogotá, o el de Luis Revilla, en La Paz, ayudan a disminuir la violencia urbana, a mejorar la convivencia, a combatir la delincuencia creando vínculos sociales antes que con reforzamiento policial. Incorporar a personas sin casa, además, genera inclusión.

 

Estando en la Ciudad de México, no hubo ocasión de que el Alcalde Revilla se reuniera con el Jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, sin embargo, a través de este artículo quisiera hacerlo reflexionar sobre la importancia de Cebras por La Paz: En México ha habido intentos de campañas con mimos, que han sido muy limitadas; en su momento hice la propuesta a la Delegación Miguel Hidalgo para una acción similar con el Rey Peatón, pero ésta se ha limitado sólo a pintar los pasos peatonales con el concepto que yo creé. Sé que Víctor Romo ha hablado bien del Rey Peatón con el Jefe de Gobierno, pero hay quien ha hecho lo opuesto. En Cebras por La Paz, Mancera podría encontrar una alternativa para fomentar la cultura ciudadana.

 

Ojalá que las grandes ciudades de nuestro país generen acciones de formación de cultura ciudadana para que la convivencia social sea más constructiva y no vivir en el círculo vicioso de un desgaste permanente de malas conductas o enfrentamientos entre la ciudadanía.

 

 

Los programas de cultura ciudadana, como el de Mockus en Bogotá, o el de Luis Revilla, en La Paz, ayudan a disminuir la violencia urbana, a mejorar la convivencia, a combatir la delincuencia creando vínculos sociales antes que con reforzamiento policial

 

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