En los últimos días hemos visto imágenes de personas cargando una caja que dice “Mover México”. Se trata de un programa de donación de televisiones digitales a personas inscritas en los padrones de apoyos de la Secretaría de Desarrollo Social, como parte del objetivo de digitalizar las transmisiones de televisión.

 

Esto significa de manera muy resumida, más canales, más calidad de transmisión, más calidad de imagen y la posibilidad de nuevos servicios. El apagón analógico ocurrirá de manera paulatina en todo el país, pero a más tardar el 31 de diciembre de 2015.

 

Las televisiones no habilitadas para transmisión digital dejarán de operar, salvo que cuenten con un decodificador de televisión digital, y como lo más sagrado que tenemos en este país son las telenovelas y el futbol, hay que regalar televisiones a la población de menores recursos. Sé que exagero en esta afirmación, porque hay una base económica para regalar televisiones.

 

Según datos de INEGI, al 2013 sólo 5% de los hogares carecía de televisión, 26% ya contaba con televisión digital, y el resto, 69%, poseía televisión analógica, aunque algunos de estos últimos cuentan con televisión de paga. El 49% de los hogares depende de la televisión abierta, y justamente son ellos los afectados por el apagón digital.

 

Ahora bien, ¿cuál es la base para que el Gobierno Federal regale televisiones, además de las obvias de dar algo tangible a la población antes de las elecciones y mantener la idiotización de las masas? La base es el subsidio a la energía eléctrica. Una televisión analógica es menos eficiente en consumo de electricidad que una digital.

 

El programa de digitalización comenzó regalando decodificadores, que también consumen electricidad, de tal suerte que televisiones analógicas más decodificadores requieren como cinco mil 500 millones de pesos anuales de subsidio a las tarifas eléctricas, mientras que donar televisiones digitales reduce tanto el gasto privado, como el subsidio. En este caso, hay un ahorro para el gobierno de casi tres mil 300 millones de pesos al año.

 

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No me queda claro cómo nos vamos a asegurar que los televisores analógicos se desechen de una manera adecuada, no vaya a ser que ahora los hogares más pobres ahora tengan televisión digital y televisión analógica con decodificador. Sin embargo, me gusta la lógica que hay detrás: me sale más barato regalar 12.6 millones de televisiones que subsidiar la energía por no hacerlo. ¿Podríamos aplicar esta lógica en más rubros de la economía?

 

En 2012 los subsidios a la gasolina fueron de 220 mil millones de pesos; en 2013 fueron de alrededor de 100 mil millones; en 2014 de 42 mil millones, hasta octubre. De los últimos 65 meses, sólo noviembre de 2014 no se ha subsidiado la gasolina, lo que se debe claramente a un fenómeno temporal por la caída de los precios del petróleo.

 

El automóvil es un bien subsidiado de múltiples formas, no entraré esta vez en detalles, y este subsidio además beneficia a la población más rica. Ciertas acciones nos pueden conducir a la reducción del uso del automóvil y por lo tanto a menos subsidios. Algunas de estas son: fomentar el uso del transporte público mediante subsidios a la operación y a su infraestructura; favorecer el uso de la bicicleta mediante donación de bicicletas a los más pobres o el desarrollo de infraestructura para la bici, así como facilitar las caminatas, mediante mejores banquetas y la reducción de las velocidades urbanas.

 

Reitero, me gusta la lógica empleada para regalar televisiones, pero si la aplicamos a otros rubros tendríamos que estar ampliando banquetas, regalando bicicletas o subsidiando la operación de los autobuses en todas las ciudades del país.