El Laboratorio de Obra Pública de la Ciudad de México, cuya operación se prevé comience en dos meses, además de analizar los materiales de las construcciones será un instituto de actualización para ingenieros, que se prepararán en la aplicación de las normas y tecnología para la realización de obras en la capital.

 

El proyecto buscará signar convenios con universidades con el objetivo de que diversos especialistas impartan su conocimiento en las instalaciones del mismo, señaló el ingeniero Francisco González, director general del Laboratorio.

 

“Nosotros tenemos mucho que dar, porque la obra privada no es igual que la obra pública: la pública tiene que basarse en leyes y en varios reglamentos, pero podemos complementarlos. La misma formación que se da en las universidades, que es para proyectos más comerciales, lo podemos complementar para nosotros. Al final lo que se pretende es ejercer un gasto de manera eficiente y de manera transparente”, señaló.

 

En una entrevista con 24 HORAS, el especialista explicó que la construcción del laboratorio lleva un avance superior a 70% y, una vez que entre en función, se necesitarán seis meses más para la elaboración de manuales de operación, que serán presentados ante la Entidad Mexicana de Acreditación, lo que garantizará que cumpla con la normativa nacional e internacional.

 

En las instalaciones se realizarán más de 65 tipos de pruebas a diversos materiales utilizados en la realización de oba pública. El espacio contará con dos inmuebles, uno para tareas administrativas y otro para las prácticas, ambos de dos niveles.

 

Tendrá área de comedor para alrededor de 50 trabajadores y contará con un auditorio donde se impartirán las capacitaciones.

 

“En el auditorio se dará capacitación muy actualizada para decirles a nuestros auditores dónde revisar, cómo revisar, qué revisar y de las últimas tecnologías de programas de cómputo en sistemas e implementación de nuevos procesos, para ser más eficientes en la ejecución de gastos”, dijo.

 

El director mencionó que se captará el agua de lluvia para ser utilizada en el laboratorio, además de que el diseño aprovechará al máximo la energía solar, con el objetivo de generar un ahorro sustancial en cuanto al suministro de energía.

 

A pesar de los problemas presupuestales a los que se enfrenta la capital mexicana, el director del laboratorio consideró que el proyecto se sostendrá por sí mismo, gracias a que ya no se requerirá la contratación de un laboratorio externo para hacer la valoración de los materiales usados en las obras.

 

Asimismo, se impedirá que haya gastos excesivos en materiales que no se ocupan, lo que evitará actos de corrupción y gastos a sobreprecio.