Con compromisos que dan gobernabilidad al presidente electo y que dejan claro el poder de los perredistas como segunda fuerza en el país, concluyó el encuentro entre Enrique Peña Nieto y los gobernadores de ese partido.

 

Discutir una reforma hacendaria, la reforma de Pemex, un nuevo pacto federalista y la decisión de asistir el 1 de diciembre a la toma de posesión de Peña Nieto en el Palacio Legislativo de San Lázaro fueron los acuerdos que se dieron a conocer al término de la reunión, por parte de los gobernadores.

 

Por parte del presidente electo, se mencionaron los temas de seguridad, desarrollo económico, desarrollo social, con el compromiso de apoyar y respaldar los proyectos estatales en el presupuesto, tarea que fue encomendada a Luis Videgaray, coordinador general para la Transición.

 

Se comprometió a apoyar de manera específica al sur-sureste, zona en que gobiernan los perredistas, que es la región del país que vive en mayor pobreza.

Fue un encuentro en un principio difícil de agendar, sobre todo por la posición de Andrés Manuel López Obrador, pero las reuniones se fueron acomodando y finalmente el Gobernador de Morelos se reunió la víspera con el equipo de transición para acordar los términos del encuentro, señalaron fuentes de ambas partes a 24 HORAS.

 

El mensaje era importante, no venían como parte del PRD y casi todos lo repitieron a su llegada, vienen en forma institucional como gobernadores.

 

Lo dijo claramente Graco Ramírez, gobernador de Morelos, a quien le correspondió llevar la palabra de sus homólogos emanados de las filas del partido del sol azteca. “Somos gobernadores progresistas que tenemos clara nuestra responsabilidad con los ciudadanos que representamos en el país y, por cierto, es casi 25% de la población”.

 

De inmediato dejó claro que reconocen sus diferencias, pero privilegiarán sus coincidencias para trabajar junto con todas las fuerzas del país en un nuevo régimen político que permita fortalecer al Estado mexicano y al Estado de Derecho, con la coincidencia de que la legalidad no es negociable.

Peña Nieto hizo pública la voluntad del gobierno que encabezará para trabajar con todas las expresiones políticas, más allá del origen partidario que tengan, ya que en un clima de acuerdo y civilidad política es posible elevar las condiciones de calidad de vida de los mexicanos.

 

Sin duda, los puntos más fuertes del discurso estuvieron en la posibilidad de avanzar en una reforma fiscal, en una de Pemex, para hacerla una empresa fuerte y competitiva de los mexicanos.

 

Pero lo más sobresaliente fue la decisión de acompañar al presidente electo en su toma de protesta en el Palacio de San Lázaro, lo que borra la inestabilidad que existió al inicio del sexenio de Felipe Calderón y da gobernabilidad al regreso del régimen priista.

 

La idea en la mesa no fue precisamente del equipo de transición, fue del mandatario de Guerrero, Ángel Aguirre, quien consideró que este era el mejor mensaje para avanzar en los acuerdos ya que también dará fortaleza a los gobiernos emanados de las filas del PRD.

 

Al encuentro asistieron los gobernadores de Guerrero, Ángel Aguirre; de Morelos, Graco Ramírez; el aliancista de Oaxaca, Gabino Cué; los electos del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, y de Tabasco, Arturo Núñez.

 

Fueron invitados, pero no respondieron Marcelo Ebrard Casaubon, del Distrito Federal; Mario López Valdez, de Sinaloa, quien estuvo en la de los panistas, y Juan Sabines, de Chiapas.

 

Condena a presidente

 

Mientras los gobernadores del PRD se reunían con el presidente electo, el coordinador de los diputados de ese partido participaba como presentador del libro El gran montaje, del periodista Jenaro Villamil. En su comentario, el legislador dijo que el texto muestra por qué los poderes fácticos impulsaron a un personaje artificial e incapaz de hilar una frase pero manipulable para la consolidación del poder económico y político en el país.

 

De acuerdo con un boletín de la fracción parlamentaria, Aureoles dijo que Peña Nieto representa la restauración del imperio, la tentación de la intolerancia “como lo hizo de la misma manera cuando fue gobernador del Estado de México donde hizo gala de derroche de recursos y del viejo estilo del sistema del PRI cuando participa en las elecciones”.

 

Para Aureoles el “nuevo PRI” del que habla el presidente electo “no aparece por ningún lado ni tampoco se terminó el viejo régimen” que el panismo prometió desaparecer.

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