SIDNEY. La desolación provocada por un mortífero asedio dio lugar a la furia, cuando los líderes de una nación enlutada se preguntaron perentoriamente cómo un hombre con antecedentes criminales violentos pudo burlar a la justicia y tomar a 17 rehenes en un café en Sydney.

 

Las 16 horas de sitio culminaron con un intenso tiroteo y gritos de terror el martes por la mañana cuando la policía irrumpió en el Lindt Chocolat Cafe en un intento desesperado por liberar a los rehenes. Dos rehenes murieron, lo mismo que el asaltante, Man Haron Monis, iraní de 50 años, autotitulado clérigo musulmán a quien el primer ministro Tony Abbott calificó de persona mentalmente trastornada que estaba llevando a cabo una “fantasía enfermiza”.

 

“¿Cómo puede alguien que tiene un prontuario tan amplio y escabroso no estar en una lista de vigilancia adecuada? ¿Y cómo puede alguien como él estar en libertad?”, se preguntó Abbott en conferencia de prensa. “Son preguntas que tenemos que revisar con cuidado, con calma y metódicamente. Esto es lo que haremos en los próximos días y semanas”.

 

Monis fue condenado el año pasado a 300 horas de servicio comunitario por haber escrito cartas ofensivas a las familias de los soldados muertos en Afganistán entre 2007 y 2009. Posteriormente fue acusado de ser cómplice del asesinato de su ex esposa. A principios de este año, fue acusado de agresión sexual a una mujer en 2002. Estaba en libertad bajo fianza por esos cargos.

 

Ese historial dio origen a una serie de preguntas que seguían sin respuesta el martes: ¿Por qué salió bajo fianza el pistolero, un hombre con un sórdido historial delictivo? ¿Por qué no estaba en una lista de vigilancia de terrorismo? ¿Cómo consiguió un arma en un país con una estricta legislación al respecto?

“Estamos indignados porque este sujeto estaba en la calle”, dijo el premier de Nueva Gales del Sur, Mike Baird. “Debemos asegurarnos de aprender todas las lecciones de esto”.

 

La furia y la confusión se mezclaron con expresiones públicas de dolor en Martin Place, una plaza en el corazón del distrito comercial y financiero de Sydney donde se encuentra el café Lindt. Los dolientes dejaron montañas de flores en memoria de los rehenes muertos: Katrina Dawson, de 38 años, abogada y madre de tres niños, y Tori Johnson, de 34, el gerente del café. Aún no se ha aclarado de manera oficial si los mató su captor o murieron en el fuego cruzado.

 

“Nunca olvidaré este día mientras viva”, dijo Jenny Borovina, con lágrimas en los ojos, mientras llevaba flores blancas con dos amigos al lugar, donde se levantó un monumento improvisado. Predijo que el efecto del enfrentamiento dejará una cicatriz permanente en la psique australiana.

 

Como muchos de los que trabajan en la zona, Borovina dijo que estuvo encerrada en su oficina próxima a la cafetería durante más de cuatro horas el martes antes de que la policía les diese permiso para salir. En ese tiempo, dijo, llamó a su hijo para decirle que tuviese cuidado. También llamó a su tía para pedirle si podía cuidar de su hijo si ella no lograba sobrevivir.

 

“Australia era un sitio realmente seguro antes”, dijo Andrea Wang, que dejó un ramo de lirios en el lugar, cerca de su oficina.

 

Abbott se unió a las muestras de duelo nacional y depositó un ramo en la Martin Place, ubicada en el distrito financiero y comercial de Sídney. Dijo que el improvisado santuario era “una expresión del innegable bondad y decencia típicos del carácter australiano”.

 

La crisis de rehenes elevó los temores a un ataque terrorista, pero también produjo emocionantes muestras de solidaridad entre los australianos y sus compatriotas musulmanes. Muchos australianos se ofrecieron en Twitter para acompañar a personas vestidas con trajes tradicionales musulmanes que tenían miedo de una reacción negativa contra la pequeña minoría musulmana de unas 500.000 personas en un país de 24 millones de habitantes. La etiqueta #IllRideWithYou (#YoCaminaréContigo) fue empleado más de 90.000 veces a primera hora del martes.