Una de las tareas relevantes a las que se enfrentan cotidianamente los bancos centrales en el mundo es la formación de expectativas entre los agentes económicos. Es bien sabido que sus señales, particularmente en materia de las expectativas sobre el comportamiento de los precios y el desempeño de la economía -o la interpretación que de ellas hagan los inversionistas-, influyen en el rumbo de corto plazo de los mercados financieros.

 

 

En el caso mexicano esta influencia del banco central sobre la formación de expectativas en la economía es aún mayor.

 

Me explico: Ahora se tiene a un Banco de México más abierto que en el pasado para informar sobre su toma de decisiones. La publicación de las minutas de las reuniones de la Junta de Gobierno en relación a sus decisiones de política monetaria y su propia postura oficial sobre los anuncios de política monetaria ofrecen señales a los inversionistas sobre el desempeño de la economía y sus tendencias que influyen en las expectativas de los agentes económicos.

 

 

Además de lo anterior, el Banco de México ha incluido en sus publicaciones una serie de reportes -relativamente recientes- sobre el comportamiento de las economías regionales, sobre el crédito y, en general, sobre la opinión de empresarios y analistas respecto de sus expectativas económicas.

 

 

Todo esto ha hecho del banco central la fuente oficial más influyente en la formación de expectativas económicas en México, si bien aún falta mucho camino por recorrer para afirmar que tenemos un banco central de vanguardia en materia de comunicación, de educación financiera y, por supuesto, de transparencia y de rendición de cuentas.

 

 

Ahora, la enorme influencia de la que ya goza el Banco de México sobre la formación de expectativas en la economía, si bien está impulsada por el prestigio ganado como órgano autónomo en la última década y media y por -ciertamente- una mayor apertura, también ha sido facilitada por la escasez de contrapesos que auditen permanentemente la labor y los resultados del banco central.

 

 

El análisis económico independiente desde el sector privado es escaso en México y, en la generalidad de los casos, enfrenta un conflicto de interés que, por lo menos, limita la realización de una labor analítica crítica.

 

 

Los promotores de los mayores gabinetes de análisis económico en el país son los bancos comerciales que, por la naturaleza de su negocio y de quienes les regulan, limitan sus críticas públicas sobre las decisiones de política económica del gobierno federal y del banco central.

 

 

Mientras que los escasos centros de análisis económicos patrocinados por los organismos gremiales empresariales -de los cuales destaca el CEESP- prácticamente sobreviven con escasos recursos que limitan la extensión y calidad de sus resultados. Si bien hay algunas iniciativas privadas para crear y fortalecer centros de pensamiento y de propuestas a raíz de la discusión de las reformas económicas (think tanks) aún son escasos y no sabemos todavía si serán de largo plazo.

 

 

Lamentablemente la academia y las universidades han jugado un papel pasivo como factores de influencia en la formación de expectativas económicas de coyuntura y de contrapesos que auditen consistentemente la labor, por ejemplo, del banco central como ocurre en otras sociedades.

 

 

Sin los debidos contrapesos desde los distintos ámbitos de la sociedad civil, la calidad en la toma de decisiones del banco central tenderá a deteriorarse y aumentarán los riesgos no sólo para el ejercicio de la autonomía constitucional que le ha sido concedida, sino también para el cumplimiento de sus mandatos constitucionales.

 

 

Si bien legalmente el Senado es quien exige los informes al banco central, son los intereses ciudadanos -a través de estos compromisos- quienes tendrían que auditar su cumplimiento. El caso de Alemania y el Bundesbank es un buen ejemplo de ello.