El emblemático Auditorio Che Guevara, aunque se encuentra dentro de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), es disputado desde hace 14 años por organizaciones de derechos humanos, grupos que se identifican como anarquistas y organizaciones como el Frente Popular Francisco Villa.

 

Fundado originalmente como Justo Sierra, y rebautizado como Ernesto Che Guevara durante el Movimiento del 68, fue el lugar donde se realizaron las asambleas estudiantiles más grandes de aquel movimiento social que culminó con la represión del 2 de octubre.

 

Símbolo de las luchas sociales que se han gestado en la máxima casa de estudios del país, el recinto, el más grande en su tipo dentro de la UNAM, fue utilizado durante años para muestras de cine, conciertos, conferencias y asambleas universitarias.

 

En el año 2000, luego de la huelga general y el ingreso de la Policía Federal Preventiva a la universidad, grupos afines al extinto Consejo General de Huelga recuperaron el auditorio y lo reivindicaron como uno de los símbolos del paro más grande que ha tenido la UNAM.

 

Para 2001 las autoridades mexicanas detuvieron a Héctor, Alejandro y Antonio Cerezo, quienes fueron acusados de terrorismo y asociación delictuosa por un atentado a Banamex. Se les identificó con las Fuerzas Armadas Revolucionarias del Pueblo (FARP), y a su padre, Francisco Cerezo, lo ligan como uno de los líderes del Ejército Popular Revolucionario.

 

Héctor y Alejandro eran estudiantes de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM, desde donde se organizó un colectivo denominado Comité Cerezo para luchar por su libertad y la de otros, que consideran, son presos políticos.

 

El Comité Cerezo, que se autodefine como una organización pro derechos humanos, se allegó del control del Auditorio Che Guevara junto con integrantes del Frente Popular Francisco Villa. En 2009 las autoridades universitarias señalaron que buscaban la forma de recuperarlo.

 

En 2013 un grupo autodenominado anarquista, de personas encapuchadas, se enfrentaron al colectivo y los desalojaron, los grupos “Individuxs anarquistas” y “Colectivo Veneno Negro”, se adjudicaron el control del recinto.

 

Unos meses después, en marzo de 2014, los integrantes del Comité Cerezo aprovecharon un descuido de los anarquistas y tomaron de nuevo el control del auditorio, actualmente el colectivo defensor de los derechos humanos lo administra.

 

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