ISLAMABAD. Los talibanes respondieron hoy al triunfalismo de las autoridades paquistaníes, que hace menos de 24 horas hacían un balance optimista de sus victorias contra los insurgentes, con dos atentados suicidas que causaron 18 muertos y más de medio centenar de heridos en el noroeste del país.

 

El grupo talibán Jamaat-ul-Ahrar (JuA) afirmó haber cometido los ataques contra un edificio de justicia en Mardan y un barrio de cristianos en Peshawar, ambos en la provincia de Khyber Pakhtunkhwa, después de que ayer un portavoz militar indicase en rueda de prensa que estaba acabando con los grupos terroristas.

 

En un nuevo ataque contra la Justicia, un suicida detonó las bombas que portaba en torno a las 09:30 horas locales (06:30 GMT), en la entrada de un tribunal de la ciudad de Mardan, causando la muerte a 12 personas e hiriendo a 54, informó a EFE el portavoz policial de la urbe, Aijaz Khan.

 

El atacante lanzó una granada contra los policías que hacían guardia en la entrada de la corte y después trató de entrar en el edificio sin éxito, ya que fue alcanzado por los disparos. No obstante, hizo explotar las bombas que llevaba consigo.

 

Entre los fallecidos se encuentran tres abogados y dos policías, mientras que la mayoría de heridos han sido dados de alta.

 

Este ataque contra el tribunal acontece menos de un mes después de otro atentado suicida contra abogados en la ciudad de Quetta (oeste) que acabó con la vida de 71 personas, la mayoría letrados.

 

Pocas horas antes, cuatro insurgentes con chalecos bomba entraron en el barrio cristiano de Warsak, en las afueras de Peshawar, lanzaron dos granadas contra una iglesia e iniciaron un enfrentamiento con el Ejército que duró más de una hora, dijo a EFE el portavoz de la Policía de la ciudad Mohamed Usman.

 

En el choque murieron seis personas: los cuatro atacantes, un civil cristiano y un guarda de seguridad; y resultaron heridas otras cinco más.

 

Las televisiones locales mostraron imágenes de un gran número de miembros de las fuerzas de seguridad patrullando Peshawar y helicópteros sobrevolando la ciudad.

 

El primer ministro paquistaní, Nawaz Sharif, condenó los ataques de hoy y afirmó que “no quebrarán” la determinación del país en su lucha contra el terrorismo.

 

“Estos elementos están mostrado su frustración con ataques a objetivos blandos”, indicó el político en un comunicado, en referencia a la nueva estrategia de los insurgentes de atentar contra sedes judiciales, escuelas y lugares públicos.

 

Según medios locales, el portavoz de JuA, una escisión del principal grupo insurgente del país el Tehrik-e-Taliban Pakistan (TTP), afirmó en un comunicado que perpetraron los atentados como respuesta a un rueda de prensa del Ejército celebrada ayer.

 

En la rueda de prensa, el director general de la oficina de relaciones públicas del Ejército (ISPR, en inglés), Asim Bajwa, resumió los logros de una operación militar en las zonas tribales puesta en marcha en junio de 2014.

 

En ese operativo han muerto unos 3.500 insurgentes, según el Gobierno con cifras no verificadas independientemente sobre una operación que ha provocado un millón de desplazados internos.

 

Los atentados se han reducido notablemente en los dos últimos años, aunque en los últimos meses se han registrado dos de gran envergadura, el último el de Quetta, que acabó con la vida de 71 personas, la mayoría abogados.

 

La minoría cristiana de Pakistán, menos de 4 millones de personas en un país de casi 200 millones, ha sido tradicionalmente discriminada y víctima de episodios violentos.

 

En marzo pasado, otras 71 personas murieron en un ataque suicida en un parque de la ciudad oriental de Lahore, en un atentado que el grupo JuA afirmó que estaba dirigido contra los cristianos que celebraban la Pascua.  dmh