Dos días antes de la patada inicial de la Cumbre de las Américas en Panamá, la canciller y vicepresidenta de ese país, Isabel Saint Malo, salió ante los medios de comunicación para decir algo así como: “Señoras y señores, les informamos que no habrá información”. Se refería al documento de buenas intenciones que en toda cumbre se da a conocer al final de la misma, pero que desde meses atrás se acuerda entre los países participantes. El problema, dijo la canciller, es que en el preámbulo no hubo consenso.

 

Y no lo hay porque el nombre, Cumbre de las Américas, no representa a la realidad.

 

El fatal etnocentrismo latinoamericano no concatena con modelos de integración progresistas, es decir, anti soberanistas. Latinoamérica se sustenta sobre estructuras elaboradas entre dictadores y la mano invisible de la Guerra Fría. Los productos ideológicos fueron procesados en Cuba, empaquetados al vacío para resguardar sus efectos y distribuidos por toda Latinoamérica.

 

El PRI mexicano no fue la excepción, con el dictador de la isla negoció intercambios monumentales de cinismo. Todos contentos en el país de los culebrones porque no tuvimos una dictadura, sino una dictadura de partido. Es decir, similares propiedades pero con la fórmula añadida de la simulación. En el acto teatral subyace El laberinto de la soledad. Con máscara de por medio, el PRI convocaba elecciones conociendo por adelantado los resultados. Sin competencia: farsa y comparsas.

 

PAG-13-1_3_AP_ARCHIVO_Obama

 

Como mencioné en este espacio el día de ayer, Obama descenderá las escalerillas del Air Force One a LatinoChina. Una región que ruega a Xi Jinping para que distribuya 250 mil millones de dólares en la zona; del canal de Nicaragua al envío de naves al espacio desde la Patagonia, made in China. Paradójicamente, con algo más de seis años de gobierno, y las dos Cámaras dominadas por los republicanos, Obama se encuentra fresco en su política exterior.

 

El presidente de Estados Unidos no encontrará a líderes en Panamá. Veamos.

 

Las tres presidentas latinoamericanas llegan a Panamá tocadas por la corrupción: Cristina Fernández y el blanqueo de dinero en uno de los hoteles (en Calafate) en el que ella es accionista; Dilma Rousseff no logra sacar la mano de los escombros de Petrobras; y Michelle Bachelet comenzó su segundo gobierno unos días antes de su toma de posesión, cuando se reveló que uno de sus hijos consiguió un préstamo con garantías postelectorales. Al asumir la presidencia su imagen se desgastó súbitamente.

 

Nicolás Maduro, ante el silencio cómplice de los presidentes latinoamericanos (porque pocos pueden lanzarle piedras) se enfrenta a un grupo de ex mandatarios, conglomerados en dos frentes (y curiosamente con dos españoles a la cabeza): Felipe González (al frente de familiares de los políticos presos por incomodar al régimen) y José María Aznar (al frente de ex presidentes latinoamericanos).

 

Por lo que toca al presidente mexicano Peña Nieto, ha comenzado a derramar los éxitos que obtuvo José Antonio Meade durante los dos primeros años al frente de Relaciones Exteriores. Llegará a Panamá tocado por el conflicto fabricado y absurdo con el relator de la ONU en materia de torturas. Algo seguro puedo subrayar: Meade no redactó las líneas que distorsionaron la labor del relator. Tampoco creo que el subsecretario Gómez-Robledo lo haya hecho. Las líneas discursivas surgieron en Los Pinos. Cuestionar a la ONU me recuerda a los berrinches y pataleos de autócratas latinoamericanos.

 

Raúl Castro tiene menos popularidad que Obama… en Cuba. Con los datos de la encuesta del Washington Post el mainstream lo dice todo: Obama abre esperanzas de cambio.

 

Hoy no inicia la Cumbre de las Américas pero la realidad es que se tratará de la Cumbre de Cuba.