KABUL. Justo en medio de la final de un campeonato de vóleibol distrital en Afganistán, un terrorista suicida hizo explotar su chaleco con explosivos, causando la muerte de al menos 50 personas, y dejando a más de 70 heridas, de acuerdo a los reportes de las autoridades locales de Paktika, en el sureste del país asiático, en una nueva muestra de la crítica situación de inseguridad en que sigue sumido el país a poco más de un mes para la retirada de las tropas de la OTAN.

 

Los insurgentes convirtieron un recinto deportivo en un escenario sangriento el mismo día que la Cámara Baja del Parlamento afgano aprobaba el acuerdo de seguridad con Estados Unidos, que prolonga la presencia de tropas de ese país en Afganistán hasta 2024.

 

El vicegobernador de la provincia de Paktika, Ataullah Fazli, confirmó telefónicamente que 50 personas murieron en el ataque, perpetrado en un recinto deportivo en el que estaban jugando la final de un torneo entre distritos, lo que había hecho que mucha gente se encontrara en el lugar.

 

Los cuerpos de los fallecidos fueron reunidos en un lugar bajo custodia de las fuerzas de seguridad, que los entregarán hoy sus familiares, ya que muchos de los asesinados sufrieron daños en sus cuerpos que impiden su reconocimiento hasta el momento.

 

Entre las víctimas se encuentran al menos seis niños y cinco policías locales y se teme que el número de fallecidos pueda aumentar, ya que muchos de los heridos se encuentran en situación crítica.

 

El presidente afgano, Ashraf Gani, calificó en un comunicado de “acto inhumano” este ataque suicida “injustificable en cualquier religión o cultura”, obra de quienes “no quieren un desarrollo en paz en un país desbastado” por décadas de guerra.

 

Por la mañana, la Cámara baja del Parlamento afgano había aprobado por mayoría el acuerdo con Estados Unidos, lo que a juicio de Gani “es un buen paso en el fortalecimiento de la soberanía de Afganistán”, ya que las fuerzas afganas “serán las responsables de todas las cuestiones de seguridad en el país”.

 

Las Fuerzas Armadas afganas tomaron en junio plenamente el mando de la lucha contra los insurgentes, ante la retirada definitiva de las tropas de la OTAN, la ISAF, el 31 diciembre de este año al acabar su misión.

 

La ISAF, cuyo trabajo comenzó en 2001 tras la invasión de EU que derrocó al régimen talibán, concluirá en diciembre, pero la OTAN ha anunciado que mantendrá en Afganistán unos 12 mil 500 militares a partir de 2015, de ellos alrededor de 9 mil 800 soldados de Estados Unidos.

 

En las últimas semanas, y a medida que se acerca la retirada, el convulso país asiático ha vivido nuevos episodios de violencia con ataques como el que el sábado lanzaron decenas de talibanes contra las fuerzas afganas en la provincia de Nuristán, con 24 muertos y 30 heridos.