En la antigua ciudad de Tlaxcallan, situada en lo que hoy es el México moderno, los arqueólogos han descubierto signos de una democracia temprana donde los gobernantes potenciales debían servir primero como guerreros y sometidos a un juicio de golpes y patadas en una plaza pública de la ciudad.

 

Durante muchos años, los arqueólogos creían que las antiguas sociedades democráticas eran exclusivas de Europa, pero Tlaxcallan, construida alrededor del año 1250, muestra signos de que se trataba de una civilización colectiva en la que se hacían a los gobernantes.

 

Los gobernadores de la ciudad vivían en casas modestas en lugar de palacios sin distinguir a los ricos de los pobres.

 

Mientras que la mayoría de otras ciudades antiguas en la región tenían grandes reyes y pirámides masivas, palacios, y plazas, Tlaxcallan fue ensamblado sin una jerarquía clara o un lugar de reunión central.

 

Las plazas, por ejemplo, estaban dispersas por toda la ciudad, y los gobernantes se encontrarían en un gran edificio a menos de una milla fuera de la ciudad, lo que indica una dispersión de poder.

 

“La democracia no es un asunto único que sucedió una vez”, explicó el arqueólogo de la Universidad de Purdue, Richard Blanton. Con información del sitio Science

 

jram