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La prensa nacional e internacional califica a Enrique Peña Nieto como un presidente reformador. Coincide también en circunscribir el paquete reformista al conjunto de transformaciones constitucionales y legales, que fueron acordadas en el Pacto por México.

 

Lo habitual es que se olviden otros cambios que no han sido objeto de debate y controversia en la escena política porque no son reformas estructurales, sin embargo son fundamentales para la vida nacional, para el desarrollo humano, para la vida cotidiana de las personas y sobre todo de las mujeres.

 

México es un país que en los últimos años ha avanzado en forma considerable en el reconocimiento de la igualdad de las mujeres, en la firma de convenciones internacionales, en reformas constitucionales, en leyes y en políticas públicas. Hemos construido un andamiaje legal que nos da el reconocimiento jurídico de la igualdad, que garantiza nuestro derecho a decidir como ciudadanas, pero hemos de seguir trabajando para que esta igualdad jurídica se trasforme en igualdad real.

 

Hoy la experiencia nos enseña que los cambios sólo se convierten en realidades tangibles cuando son impulsados simultáneamente desde el Estado y la sociedad civil, en el marco de una convivencia democrática, que funciona dentro de la legalidad. Desde siempre el movimiento feminista de este país, con sus propias transformaciones, ha sido el impulsor primigenio de los avances en materia de género y ha encontrado en el Estado, en distintos momentos, menor o mayor permeabilidad para hacer realidad dichas demandas sociales, la voluntad política y el convencimiento de los gobernantes ha sido igualmente determinante.

 

Es decir, la organización social es el motor del cambio y el Estado su instrumento de materialización.

 

Por lo anterior es fundamental destacar que por primera vez en la historia un Plan Nacional de Desarrollo, cuyo objetivo principal es hacer de México una sociedad de derechos, conducida por un Estado democrático, políticamente plural y respetuoso de la legalidad, incorpora la perspectiva de género como principio esencial. Instruye a todas las dependencias de la administración a alinear todos sus programas sectoriales, institucionales, regionales y especiales a este principio de manera transversal.

 

El presidente Peña Nieto ha mandatado  a toda la administración pública federal a realizar acciones especiales orientadas a disminuir las brechas de género que han provocado  desigualdad y discriminación en las mexicanas, dicho de otra manera, tiene voluntad política.

 

Es vital el diálogo entre sociedad civil y Estado para avanzar hacia la garantía del ejercicio pleno de los derechos de las mexicanas. Sus campos de acción son diferentes y sus mecanismos también. Pero sólo la coincidencia de ambos en acuerdos concretos para alcanzar objetivos compartidos hace avanzar la historia. Y en esa estrategia de cambio institucional y cultural trabaja arduamente Sedesol, bajo el liderazgo de Rosario Robles.

 

Para concretar estas acciones en Sedesol, a partir de este año se crea la Unidad de Igualdad de Género, cuyo objetivo fundamental es propugnar, liderar y conseguir cambios de fondo al interior y en el quehacer de la Secretaría, aportando a la construcción de la igualdad sustantiva de hombres y mujeres. La tarea está llena de retos y complejidades.

 

Dentro de estos retos hoy se encuentra La Ciudad de las Mujeres, donde  coinciden en el esfuerzo, además de Sedesol, otras secretarías de Estado y los otros órdenes de gobierno, asimismo, organizaciones de la sociedad civil e instituciones académicas de las diferentes localidades donde se ubicarán estos centros de atención.

 

La Ciudad de las Mujeres nace de una instrucción presidencial, el presidente Peña Nieto reconoce que la violencia de género es un problema cultural y para superarlo se debe empoderar a las mujeres garantizándoles el acceso a la justicia pero también fomentando su independencia económica y cada vez se deben tomar más acciones en tal sentido.

 

La Ciudad de las Mujeres es, pues, un modelo de atención integral en una misma infraestructura física que debe tener tres ejes en su construcción: Derechos Humanos, Perspectiva de Género e Interculturalidad. El objetivo es proporcionar a las mujeres una oferta de servicios de calidad y con calidez en un mismo techo, bajo un modelo que permita interrumpir el ciclo de la violencia.

 

La meta para este año es tener una Ciudad de las Mujeres en Tlapa de Comonfort Guerrero y la otra en el municipio de Múgica, Michoacán. En ellas pondremos en marcha este modelo que pretende atender necesidades multidimensionales de las mujeres, reduciendo el tiempo y favoreciendo su economía de por sí menguada,  proporcionando varios servicios en el mismo lugar.

 

La atención cubrirá asuntos distintos y complementarios como son la problemática de la violencia intrafamiliar; la salud sexual y reproductiva; la educación, para aquellas mujeres que deseen iniciar su instrucción formal o terminarla,  hasta la capacitación y sensibilización en temáticas vinculadas a los derechos; el fortalecimiento económico a través de programas que ofrecen distintas secretarías de Estado y que atenderán las demandas de las mujeres para la generación de ingresos; el cuidado infantil, el cual se proporcionará mientras las mujeres asisten a los servicios, y se recibirán bebés, niñas y niños hasta los 13 años de edad; la atención a las especificidades de la adolescencia femenina, y finalmente el contacto directo con todos los programas de Sedesol. En los próximos años tendremos otros Centros Ciudad de las Mujeres en diversos estados de la República.

 

La suma de estas acciones contribuye, sin duda, a la aspiración de todas las mexicanas: que la diferencia sexual no se traduzca en desigualdad social.

 

Lograr conciliar el derecho al trabajo digno con la unidad familiar sin violencia, sin inseguridad ciudadana desbordada, con una niñez y una vejez protegidas, deben ser los fundamentos de un México digno de vivirse en el siglo XXI.

 

(*)Titular de la Unidad de Igualdad de Género de Sedesol.