Agua en la ciudad. Parte 3

 

Para resolver los serios problemas de escasez de agua, así como del inequitativo abasto del líquido en la Ciudad de México, se requiere de una política hidráulica que permita suministrar un mínimo de 150 litros diarios por habitante, procurando evitar la sobreexplotación del subsuelo, lograr un uso más racional del caudal traído de cuencas externas y alcanzar un mayor tratamiento, reciclamiento y reutilización del líquido, obras de almacenaje y aprovechamiento del agua de lluvia.

 

Hasta fines de los años 80, la política hidráulica estaba basada en una concepción del agua como bien público que debía otorgarse de manera universal y a precios subsidiados por el Estado. En este sentido, el sistema de cobro predominante era el de cuota fija, independientemente del volumen consumido, lo cual no inducía al mejor uso y ahorro del recurso.

 

Las bajas tarifas que se establecieron por muchos años en el Distrito Federal daban lugar a dos tipos de subsidios: uno de tipo general, asociado con la insuficiencia del cobro para cubrir los costos de operación, y otro, vinculado a cuota fija, que se comportaba como un mecanismo regresivo de distribución del ingreso, pues establecía pagos iguales a sectores de diferente nivel socioeconómico. Además, había una exención del pago a determinados grupos de usuarios sociales e institucionales.

 

El enfoque de otorgamiento universal subsidiado y el cobro por cuota fija que se aplicaron durante gran parte del siglo XX en la Ciudad de México no permitió recuperar una parte sustancial de los gastos realizados en el suministro del servicio; por el contrario, condujo a un deterioro significativo de la infraestructura y del aparato administrativo del recurso. Bajo este enfoque no se pudo establecer un incentivo a través de los precios para promover el ahorro de agua.

 

Además, los subsidios no diferenciados no benefician a los más pobres, pues hay quienes carecen totalmente del servicio o tienen un suministro irregular, lo que los obliga a comprar, a precios mayores, agua de pipas o incluso de garrafones. Así, este apoyo no necesariamente es efectivo, debido a la insuficiencia de infraestructura o a limitaciones en el servicio. Por cierto, la carencia de agua es considerada un factor de pobreza y desigualdad: estimaciones del Coneval señalan que alrededor de 40% de ese factor está relacionado con la cantidad y calidad del recurso hídrico.

 

A partir de la década de los años 90 hubo un cambio en la política hidráulica de la metrópoli. La nueva estrategia buscaba impulsar una modificación estructural en la gestión del agua, al considerar que no podía continuar subsidiándose indiscriminadamente por el gobierno. Se empezó a tratar como un bien económico y, en parte, sujeto a la apropiación privada. La idea de eliminar los subsidios porque estimulan el desperdicio y porque limitan los recursos para expandir y mejorar el abastecimiento dio lugar a nuevos esquemas que permitieron la participación de la iniciativa privada en diversas etapas del ciclo hidrológico.

 

El cobro a través de tarifas vino a ser una fuente de financiamiento importante, al lado del privado, en la construcción, operación y mantenimiento de la infraestructura.

 

En tiempos más recientes, se ha vuelto una propuesta sólida hacer del Sistema de Aguas de la Ciudad de México un organismo público descentralizado, es decir, pasar de ser un órgano de tercer nivel, dependiente de la Secretaría del Medio Ambiente, a convertirse en uno dotado de autonomía, con mayor capacidad de gestión y posibilidades de tomar decisiones oportunas para garantizar el acceso al agua para todos. Esto sigue siendo una propuesta.

 

Hasta hoy, ninguno de estos cambios en la política sobre el agua ha sido cabalmente establecido y operado, por lo cual los problemas centrales siguen existiendo y se agravan.

 

Por ello, es urgente que las nuevas disposiciones legislativas y políticas aborden el tema con profundidad y se pruebe la eficacia de una nueva estrategia de obtención, conducción, uso racional y ahorro, ingresos y financiamiento de infraestructura, mantenimiento y operación de redes, nuevas tecnologías y técnicas de captación y reutilización del agua en la capital de la República.