A nivel internacional la falta de educación financiera está recibiendo cada vez mayor interés. La OCDE acaba de publicar los resultados de una encuesta para cuantificar el problema en los países miembros. La investigación implicó dos años de intenso trabajo, pero servirá para homologar la forma de recabar datos y permitirá una comparación internacional.

 

Como ejemplos de los tópicos abordados se tienen:

1)     Manejo del dinero. Si se lleva un registro de los gastos, si uno se ha quedado sin dinero en los últimos 12 meses y las acciones que se tomaron para solventar el problema.

2)     Metas financieras a corto y largo plazo. Si se vive al día, sin preocuparse del mañana, y si se han fijado metas financieras para el largo plazo.

3)     Conocimiento y elección de productos financieros. Si se ha escuchado y usado diversos productos financieros (fondos de retiro y pensiones, microfinanciamientos, etc.)

 

 

En relación a México, en diciembre del año pasado se aplicó la primera Encuesta Nacional de Inclusión Financiera a través del INEGI. Convendría que, no obstante que es considerada una “prueba de campo”, se pudieran conocer públicamente sus resultados para tener más indicadores de lo que, seguramente, es una realidad compleja en el país. Sin olvidar que varias entidades públicas como la Condusef están realizando esfuerzos por mejorar la educación financiera. Además, hay razones para suponer que dichos esfuerzos encaran dificultades importantes.

 

Desinformación

Irónicamente, podríamos decir que las personas sabemos mucho sobre finanzas, pero que este “saber” es más bien un disparate. Algunas de las razones por las que la gente se mantiene desinformada financieramente, han sido expuestas por académicos como Oren Bar-Gill y Elizabeth Warren, quienes en 2008 indagaron respecto de la información que la gente manejaba sobre las tarjetas de crédito, lo cual nos ayuda a entender la problemática. Entre sus hallazgos: la gente no busca informarse porque simplemente no sabe que lo necesita.

 

También puede suceder que las personas, a pesar de estar conscientes de estar desinformadas, pueden creer erróneamente que la información que ignoran es trivial e irrelevante como para molestarse en adquirirla. También, la gente admite estar desinformada pero no busca la información necesaria porque piensa que ésta no está disponible, o que el costo de adquirirla no es razonable.

 

Además de las razones mencionadas, yo agregaría que mucha gente sigue creyendo que los temas financieros son para los profesionales y el gobierno. Asociado a ello, se cree que el gobierno actuará adecuadamente para proteger al ciudadano promedio y que protegerá especialmente a los más vulnerables. O bien, se cree que la gran mayoría de las instituciones financieras tienen, en esencia, fines sociales promotores del bienestar.

 

Estas dos últimas razones no son ocurrencias silvestres, hay estudios que señalan que existe un cambio paradigmático: el bienestar económico del individuo ya no puede depositarse únicamente en los sistemas financieros, la gente tiene ante sí la responsabilidad ineludible de informarse y estar alerta.

 

Por último, veo otras dos creencias “confort”, cuando uno se sabe más bien analfabeto, nos da por imitar a las masas porque brindan la falsa seguridad de que, estando todos juntitos, no podríamos acabar pensando ineficientemente. Finalmente, uno puede pensar que la ignorancia que uno tiene es más bien benigna dado que “gestiona” confortablemente los problemas potenciales.

 

Volviendo al caso de las mujeres y jóvenes, virtualmente todas las razones anteriormente descritas ayudarían a explicar la falta de información financiera. Los jóvenes tienden a no identificar claramente los riesgos y a no reflexionar mucho sobre sus primeras experiencias, por ejemplo, con las tarjetas de crédito. Además, la Condusef señala que el tema de planear para el futuro no está presente en los jóvenes.

 

Entonces, parte de esta impetuosidad juvenil (aunada al consumismo extenso en nuestra cultura) influye para que muchos desprecien el manejo inteligente del dinero, en lo particular del hábito del ahorro a largo plazo. También ellos son generalmente dependientes de los padres y de los profesores y, por lo tanto, podrían tener más tendencia a confiar que los otros los van a prevenir, educar y proteger de los riesgos financieros. En lo que respecta a las mujeres, la dependencia financiera por dedicación exclusiva al hogar, la dependencia en otros para educarse financieramente, conjuntamente con el consumismo extenso también influyen en sus reflexiones sobre el tipo de manejo que le dan al dinero y el interés por adquirir información financiera.

 

Preparación

Debido a la complejidad del mundo financiero, aprender es una tarea compleja (incluso para los profesionales en la materia) y, por lo tanto, los esfuerzos por auto-alfabetizarse no siempre resultarán sencillos y fructuosos. Sin embargo, existe casi un consenso entre académicos de que la desinformación financiera de la gente es conocida y utilizada frecuentemente por las corporaciones, que visten atractivamente sus productos buscando el máximo de ganancia explotando la desventaja informativa del consumidor.

Recordemos que el Banco Mundial describió un repertorio de incertidumbres y riesgos económicos en su reciente reporte Prospectivas Globales Económicas y por ello pide a los países en vías de desarrollo literalmente “prepararse para lo peor”. Además, el Fondo Monetario Internacional dijo que la economía mundial todavía no sale de la zona de peligro.

 

 

Sin ahondar en el tono catastrófico, la propuesta es que, aun cuando educarse financieramente sea difícil, costoso y no sea en automático la solución a todos los problemas, todos requerimos hacer esta tarea, particularmente los jóvenes y las mujeres (diversas universidades como la UNAM ofrecen cursos, varias instituciones como la Condusef y la SHCP ofrecen materiales didácticos). Lo que han mostrado los movimientos occupy o indignados, así como todos aquellos movimientos con causas femeniles, es que existe la determinación para reinventarnos y tratar de cambiar las cosas que nos afectan. En todo caso, como dijo el escritor Isaac Asimov, “si el conocimiento crea problemas, no es a través de la ignorancia que podamos resolverlos”.

Tania Guadalupe García Chávez. tgg775@yahoo.com