Mientras escribo estas líneas él está facturando en la Terminal 4, en Madrid, con destino a Nueva York. Ha pedido una excedencia en la empresa donde trabaja desde hace más de diez años y se marcha a iniciar un “viaje vital”. Orgulloso de sí mismo por la decisión tomada, su único objetivo es “masticar lentamente cada bocado de este sueño que inicio”, me confesaba ayer en nuestro último café juntos en Madrid. Se va feliz y exultante, como un chaval de treinta y siete años.

 

Nos conocimos en México hace cinco años, era el amigo “herencia” de una amiga. Ella se iba y él la sustituía en el cargo. Le recibimos a regañadientes pues no queríamos amistades remplazadas, pero nos ganó en el primer plato de aquella comida de bienvenida. Desde entonces nuestra amistad ha crecido día a día, a sorbo de café, respeto y complicidad. Hay amigos que te aportan tanto que te sientes bendecida con su presencia, él es uno de ellos. Regresó de México hace seis meses y medio año ha sido el tiempo suficiente, para saber que en Madrid no está su lugar, de momento.

 

En España estamos cambiado mucho y muy rápido, caminamos sin referencias futuras y nos alejamos de un pasado que correspondía a nuestros abuelos y padres, pero no ya a nosotros. Hemos pasado del sueño tradicional de “quiero tener mi piso para toda la vida”, al aventurero “me gustaría recorrer el mundo”. Falta saber aún cual será el punto medio entre estos dos lados de la balanza, si es que lo hay. La certeza de que la vida se acumula más en experiencias que en posesiones parece calar fuerte en las nuevas generaciones. Que “la vida son dos días” no es solo una frase hecha. A punto estuvo mi amigo de lanzar la moneda al aire y que esta decidiese si piso o experiencia, pero no le hizo falta, se adelantó al azar y Nueva York fue la respuesta.

 

NY

 

En muchas ocasiones, las buenas decisiones van precedidas de algún ingrato capítulo, como un impulso para darle la vuelta a la situación. Él transformó un cúmulo de momentos grises en deseos de caminar para observarse en nuevos paisajes: Vivir, dejarse llevar, estudiar, aprender, abrir una gran ventana y que entrara el aire fresco.

 

Tras el paseo nos sentamos en una terraza y brindamos con una fría cerveza. Seguimos la charla de tarde alrededor de un café y una tarta, nuestro momento. Cada vez que hablo con él me contengo de sacar la grabadora. Eso me sucedió este domingo madrileño de despedida. Trato de retener cada una de las palabras que dice, están llenas de sabiduría, de valentía y quiero que se me pegue algo, aprender de su cabeza bien amueblada. Ayer hablábamos de esos comentarios que ha tenido que escuchar estas últimas semanas. “Y ahora que vienes de México, ¿te vuelves a ir?”, “¿Qué vas a hacer allí?”. Frases que estorban y que salen de la boca de quién por inercia trata de cortar la ilusión ajena. “Uno tiene que ser feliz consigo mismo, sin dar explicaciones a los demás, somos nosotros quienes daremos cuenta de nuestra vida, cuando esta acabe”, me contaba y hablábamos de lo complicado que es a veces seguir el camino de uno, pero aún más que los demás lo respeten sin preguntar, sin juzgar.

 

Decía Oscar Wilde: “Nunca des explicaciones, tus amigos no las necesitan y tus enemigos no las creen”. La amistad es ese camino en el que cada uno respeta la evolución del otro, se nutren mutuamente sin pedir nada a cambio. Quizás por eso el ramillete de amigos se hace cada vez más único, más selectivo y el valor de la amistad, más especial.

 

Va por ti mi querido amigo. México, Madrid o Nueva York.

¡Viva la vida!

 

Start spreadin’ the news, i’m leavin’ today
i want to be a part of it
New york, New york.
I want to wake up, in a city that never sleeps
and find i’m king of the hill
top of the heap.
These little town blues, are melting away
i’ll make a brand new start of it
in old New York
if i can make it there, i’ll make it anywhere
it’s up to you, new york..new york
New york New york

 

New York, New York

Frank Sinatra

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